viernes, 23 de noviembre de 2007

¡Ámame como eres!-Palabras alentadoras de Jesús al alma


Conozco tu miseria, los combates y las tribulaciones de tu alma, la debilidad y las enfermedades del cuerpo; conozco tu cobardía, tus pecados, sus fallas y, sin embargo, te digo: «Dame tu corazón, ámame como eres…»

Si esperas ser un ángel para abandonarte al Amor, nunca me amarás. Aunque recaigas a menudo en esas faltas que tú quisieras no haber cometido jamás; aunque seas cobarde y en la práctica de la virtud, no te permito que no me ames.

Ámame tal como eres. En cada instante y cualquier situación en que te encuentres, en el fervor o en la aridez, en la fidelidad o en la infidelidad, ámame… como eres… Quiero el amor de tu pobre corazón; si esperas ser perfecto, no me amarás nunca.

¿Acaso no podría Yo hacer de cada granito de arena un serafín radiante de pureza, de nobleza y de amor? ¿No podría con un solo querer de mi voluntad, hacer surgir de la nada millares de Santos, mil veces más perfectos y más amantes que todos los que he creado? ¿No soy Yo, el Todopoderoso? Y, ¿si Yo quisiera dejar siempre en la nada a estos seres maravillosos y preferir tu pobre amor al de ellos?

Hijito, déjame amarte, quiero tu corazón.

Claro que te voy a educar, pero mientras, te amo tal como eres, y deseo que tú hagas lo mismo; deseo ver que surja del fondo de tu miseria el amor. Amo en ti hasta tu propia debilidad. Amo al amor de los pobres; quiero que de indigencia se eleve continuamente este grito: «Jesús, te amo». Es el canto de tu corazón lo que me interesa. ¿Qué necesidad tengo tu ciencia o de talentos? Una sola cosa me importa, verte trabajar con amor. No son tus virtudes que deseo, si te las diera, eres tan débil que alimentarían tu amor propio; no te preocupes de esto.

Habría podido destinarte para grandes cosas; pero no, serás el servidor inútil, te quitaré y aún lo poco que tienes, pues te he creado para el Amor. ¡AMA!

Hoy estoy a la puerta de tu corazón como un mendigo, Yo, el Señor de los señores. Llamo y espero, apúrate en abrirme, no te excuses con tu miseria. Tu indigencia, si la conocieras plenamente, morirías de dolor. Lo único que me puede herir el corazón sería ver que dudaras y que te faltara la confianza en Mí.

Quiero que pienses en Mí en cada hora del día y de la noche, no quiero que hagas alguna acción, incluso la más insignificante, por un motivo que no sea el Amor.

Cuando te toque sufrir, te daré la fuerza; tú me diste tu amor, te daré que ames más de lo que tú has soñado.

Te he dado a mi Madre; haz pasar todo por su Corazón tan puro. Pero recuerda: «Ámame tal cómo eres». No esperes ser un santo para entregar al Amor, de lo contrario tú no me amarás nunca».

Nota: Estas palabras fueron dictadas por Nuestro Señor a un alma piadosa en Bélgica, el Señor ha dicho que si alguna persona lee estas palabras es porque El así lo ha querido, y estas palabras serán un mensaje de Jesús para ti lector que las les.

Testimonio de Kiko Argüello


Testimonio de Kiko Argüello

"Somos testigos de una única realidad que está sucediendo: el Espiritu Santo que está soplando sobre su Iglesia, a pesar de nuestros pecados, para ayudarla"

Testimonio de Kiko Argüello -Francisco José Gómez de Argüello es su nombre completo-, iniciador del Camino Neocatecumenal, en un encuentro ante cientos de jóvenes "no pertenecientes al Camino", en Asís, el 1 de noviembre de 1.996

TESTIMONIO IMPROVISADO

Soy hijo de una familia normal, burguesa, de Madrid. Mi padre era abogado, Una familia acomodada. Soy primogénito de cuatro hermanos. Mis padres eran católicos. Después de haber terminado el colegio, al ir a la universidad, entré en crisis con mi familia y conmigo mismo, sobre todo por el ambiente en la facultad de Bellas Artes de Madrid, que era completamente ateo, marxista. En seguida me di cuenta de que la formación que yo había recibido, tanto en la familia como en el colegio, no me servía de nada para responder a los problemas que tenía de todo tipo (afectivos, psicológicos, de identidad). Me preguntaba: ¿quién soy yo?, ¿por qué existe la injusticia en el mundo?, ¿por qué las guerras?, etc..."
Me fui alejando de la Iglesia hasta dejarla totalmente. Había entrado en una profunda crisis buscando el sentido de mi vida. En Bellas Arte hice teatro. conocí el teatro de Sartre y milité en esta línea un poco atea. Me dediqué a pintar, a hacer exposiciones..."

LA RELIGION COMO BARNIZ

"Bien, Dios permitió que yo hiciese una experiencia de ateísmo, o, si queréis, una kenosis, un profundo descenso al infierno de mi existencia, una existencia sin Dios. Dios ha permitido que yo cortase todos los lazos con la trascendencia. Me escandalizaba profundamente de la indiferencia de mucha gente. Todas las personas de mi alrededor eran personas que iban a misa, pero en definitiva su vida no era profundamente cristiana... Desde mi familia, en la que mi madre iba a misa todos los días, u mi padre era católico. Pero el dios de mi casa era el dinero. La mayoría de las conversaciones en mi casa eran sobre el dinero.

"No estaba Dios en el centro de mi familia ni en el centro de la mentalidad que se tenía en mi casa, y eso era normal. Lo mismo puedo decir de mis tíos, y de todo el ambiente en el que me movía. La religión era un aspecto más, una especie de barniz cultural, que al menos a mí no me convencía. Tal vez porque era pintor, artista, y tenía una profunda sensibilidad y un absoluto deseo de coherencia, de verdad. No aceptaba ser un burgués como mis padres, ni vivir una vida así, como supongo que les habrá sucedido también a tantos jóvenes. Recuerdo que entonces iba a misa el domingo y, con quince años, algunos amigos, estando la iglesia llena, nos quedábamos al fondo -era antes del Concilio- y aguantábamos allí de pie..., íbamos a aquella misa porque no se predicaba, era más breve..., se oía una campanilla y nos poníamos de rodillas, nos levantábamos y esperábamos a que terminase para poder largarnos."

"yo me daba cuenta de que aquella no era una manera de practicar. Aunque parezca extraño, la misa así de mal vivida fue la situación por la que me iba dando cuenta de que tenía que dejarlo, tenía que buscar otros caminos. Una cosa tenía clara: no podía engañarme a mí mismo. No podía ser un cretino, un estúpido: o creía seriamente en Dios o, si no creía, era mejor dejarlo... y así es como lo dejé todo."


EL CIELO CERRADO

"Entonces intenté ser coherente con un tipo de existencialismo: con el absurdo total de la existencia humana. Y comencé a sufrir mucho porque ante mí todo el mundo se convertía en ceniza: se convertía en ceniza mi existencia, se convertía en ceniza todo. No tenía interés por nada, ni siquiera por pintar. Y tuve la fortuna , o si queréis la desgracia, de ganar un Premio Nacional de pintura muy importante en España. Entonces salí en televisión, en los periódicos, me había abierto camino profesionalmente, y esto ya fue la "última gota", porque veía que aquello no daba ningún sentido a mi vida."

"Había muerto interiormente y sabía que mi fin seguramente sería el suicidio, antes o después. Y, de hecho, estaba literalmente sorprendido de que la gente fuese capaz de vivir cuando yo no era capaz de vivir. La gente se ilusionaba por el fútbol, por el cine... A mí no me decían nada. El fútbol no me gustaba, y el cine me parecía estúpido. Vivir cada día significaba todo un sufrimiento. Cada día lo mismo: ¡para qué levantarme?, ¿quién soy yo?, ¿para qué ganar dinero?, ¿para qué casarme? Y así todo ante mí carecía de sentido... Recuerdo que sentía cono si el cielo estuviese hecho de cemento, y yo me encontrase bajo una gran cloaca. Tenía esa imagen... El cielo, totalmente cerrado ante mí..."

¿POR QUÉ VIVES?

"Preguntaba a la gente a mi alrededor: "Perdona un momento, ¿tú sabes por qué vives?", y no sabían ni por qué ni para qué vivían, pero vivían... Tal vez tenía que ser así, simplemente, vivir: uno se levanta, va a clase, come, después se va al cine o llama a un amigo... ¡Benditos los que son capaces de vivir así! Yo no lo era. Me refugiaba, escapaba de mí mismo. Se abría un gran abismo dentro de mí. ¡Abismo que en el fondo era una llamada profunda de Dios, que me estaba llamando desde el fondo de mí mismo!

"Entonces me ayudó mucho -por eso leer es siempre bueno- un filósofo que se llama Bergson. Bergson es el filósofo de la intuición. Dice que la intuición es un método de conocimiento superior a la razón. Dios permitió que ésta fuese para mí la primera chispa que me iluminase un poco, porque me había dado cuenta de que en el fondo yo era un racionalista, que me estaba destruyendo a mí mismo, por que en el fondo de mí algo no podía aceptar el absurdo de todo lo creado. Porque soy un pintor, y entendía la belleza de la naturaleza: el agua, los árboles, los pájaros, las montañas.

"Me di cuenta de que para negar que todo tenía un sentido, para negar que Dios existe, se necesitaba tanta fe como para creer que existía. Y yo había dado el paso de aceptar que Dios no existía. Pero era una acción racionalista que chocaba con algo dentro de mí. Y entonces me dije: "Mira que la razón no lo es todo, que en el hombre también está la intuición". Entonces con la intuición llegaba a reconocer que todo tenía un sentido, que existía Dios, que Él sabía por qué existo yo. Pero no sabía cono encontrarlo."

¿LA BIBLIA, LA FE, PARA QUÉ OS SIRVE?

"Luego leía el Evangelio que dice: no oponer resistencia al malvado..., si alguno te abofetea en la mejilla derecha..., si alguno te roba... Recuerdo que una vez mi padre se enfadó y le dije: "Mira lo que dice aquí. Tú eres católico ¿no?" Y él me dijo que eso eran cosas de los santos, de San Francisco, y no sé de quién... Entonces le contesté: "Este libro, la Biblia, lo puedes tirar por la ventana porque he entendido que no tiene ninguna relación con la realidad. Me niegas que esto se pueda vivir, que las cosas son como son..., que la vida es otra cosa: estudiar, ganar dinero, vencer... Entonces, ¿la Biblia, la fe, para qué os sirve...?"

¡AYÚDAME!

"Entré entonces en mi cuarto, y me puse a gritar a este Dios que no lo conocía. Le gritaba: ¡Ayúdame! ¡No sé quién eres! Y en aquel momento el Señor tuvo piedad de mí, pues tuve una experiencia profunda de encuentro con el Señor que me sobrecogió. Recuerdo que lloraba amargamente, me caían las lágrimas, lágrimas a rios. Sorprendido me preguntaba: ¿por qué lloro? Me sentía como agraciado, cono uno a quien delante de la muerte, cuando le van a disparar, le dijesen: "Quedas libre, gratuitamente quedas libre" y entonces aún no se lo cree y llora por la sorpresa de que le han liberado. Esto fue para mí pasar de la muerte a ver que Cristo estaba dentro de mí y que alguien dentro de mí me ha dicho que Dios existe."

¿Qué era lo que me había pasado? Fue un toque, un testimonio profundo que me decía no solo que Dios existe, sino que Cristo es Dios.

"De hecho me presenté a un sacerdote y le dije que quería hacerme cristiano, y él me dijo: "¿como?, ¿es que no estás bautizado?" "Sí estoy bautizado", le contesté. "Entonces, ¿qué quieres?, ¿hiciste la primera comunión?". "¡Si!, pero mira que yo..." "Ah, que quieres confesarte!..." No me entendía. Pero yo sabía que lo que quería era hacerme cristiano, y para eso, ¿ir a confesarme un día y ya está? Yo sabía que hacerse cristiano tenía que ser algo muy serio. Así es como por fin hice Cursillos de Cristiandad, una iniciativa que surgió en España por aquellos años. Y me ayudó. Comencé una verdadera búsqueda del Señor. Iba a la iglesia y decía a los demás: "Ayudadme a hacerme cristiano!".

DEL ARTE A LOS POBRES

"Después , mi pintura cambió. Comencé a pintar arte religioso. Algunos conocéis mis iconos. Al poco tiempo fundamos un grupo de artistas, un movimiento de renovación del arte sagrado para hacer las iglesias más hermosas. Arquitectos, escultores y pintores nos pusimos a reconstruir la Iglesia, un poco como empezó San Francisco. Pero en un cierto momento me di cuenta de que no servía nada reconstruir la iglesia exteriormente cuando tanta gente cono yo me había encontrado, en una terrible situación".

"El Señor me permitió encontrar a una persona que sufría. Entonces lo dejé todo y a todos. También mi prometedora carrera de pintor. Me fui a vivir a las chabolas. En Charles de Foucauld encontré la fórmula para vivir: una imagen de San Francisco, una Biblia -que sigo llevando conmigo porque la leo todos los días- y una guitarra. Entre las chabolas hechas con cartones, muy parecidas a las del Brasil, encontré una barraca que servía para los perros vagabundos y me metí allí. Hacía un frío terrible y venían todos los perros vagabundos a darme calor. Era algo gracioso estar allí con los perros, que de repente se encontraron con un nuevo huésped en su perrera que era yo."
¿Pero qué hacía allí y en esas condiciones? Dios me quería en las chabolas para empezar un camino de conversión para muchísima gente.

Allí en la chabolas ocurrió un milagro. Mis vecinos, la mayoría gitanos, me preguntaban quién era yo. Tenía barba, hablaba de forma distinta a la de ellos, pero hacía la misma vida: pedía limosna, trabajaba ocasionalmente como obrero... Entonces ellos me preguntaban, pero yo no quería hablarles. De Foucauld había aprendido la imagen de la vida oculta de Cristo: estar silenciosamente a los pies del Cristo-desecho de la humanidad, destruido. Ser el último es estar ahí, a sus pies. Pero el Señor empezó a llevarme, en primer lugar, a dos chicos perseguidos por la policía por vender droga, y después a un indigente borracho. Al poco tiempo éramos un grupo de diecisiete personas en mi chabola de tres metros cuadrados. Lleno total. Allí me encontré con la sorpresa de que tenía que hablarles, darles una razón de mi fe. Tomaba la guitarra, cantábamos, abría la Escritura y decía: "¡Señor, ayúdame. Yo no sé predicar, no sé hablar!", del profeta Ezequiel. He visto que el Señor me daba un significado a la Palabra para poder amarles a ellos, por amor a estos pobres que traían las manos llenas de pecados. Uno había estado siete veces en la cárcel, otra era un vieja fea y prostituta. había ladrones, vagabundos que recogían cartones por la calle y los vendían, gitanos que andaban vagabundos. Tuve muchos problemas y conflictos. Intentaron matarme dos veces... Una historia que es mejor no contar."

LA LEY DEL TALIÓN

"Un día el jefe de un clan de gitanos, que estaba en lucha con otro clan, y que venía mucho a verme para pedirme la guitarra, me preguntó qué decía la Biblia sobre los enemigos. Me contó que, tras un enfrentamiento entre los dos clanes, él había golpeado a la madre del jefe de otro en la cabeza, y que le tuvieron que dar quince puntos. Como entre ellos rige la "ley del Talión", pasados dos años había llegado el otro con deseos de venganza. Como en ese período la relación entre los dos clanes estaba en calma, decidieron ambos jefes encontrarse solos, y pelearse a bastonazos, hasta hacerse sangrar. Mi joven amigo estaba muy preocupado. Yo abrí la Escritura y le leí el Sermón de la Montaña, donde se invita a no poner resistencia al mal. "¿Entonces, debo dejar que me mate a bastonazos?" Le di el otro único libro que yo llevaba conmigo: "Las Florecillas de San Francisco". Lo leía y venía todas las tardes a comentármelo. hemos rezado juntos para buscar una salida, para que pudiese salvar la vida sin necesidad de matar al otro. La única solución era ir sin el bastón en son de paz. El día de la lucha se presentaron antes a mí con el bastón. Al final lo convencí y fue sin él. Yo me puse de rodillas a rezar el rosario para que la Virgen María salvase la vida de aquel chico. El tiempo pasaba. Las dos, las tres de la madrugada. Pensé que habría muerto, cuando le vi llegar. Al verlo sin el bastón, su adversario decidió resolver la disputa económicamente. Me amigo de´ió pagarle "un tanto". Se llama José Agudo. Ahora está en el Camino, y tiene trece hijos".

¡RESUCITÓ!

"Un día José me llevó a hablar a su ´tribu´. Fue en una cueva enorme llena de gitanos. me dijo: "Háblales", y no sabía que decir. Así que empecé por el principio, y me puse a hablarles de Adán y Eva, cuando de repente la madre de José Agudo se levantó: "Yo se que en el cielo hay una mano potente, que es Dios. ¿Pero lo de la otra vida, lo del infierno, todas esas cosas de los curas? ¡Yo lo único que sé es que mi padre murió y no ha vuelto a casa! ¡Cuando yo vea a un muerto volver del cementerio creeré!". Se levantaron todos y se fueron. y yo me quedé allí, bloqueado, atontado, sin saber que hacer. Aquella mujer, sin embargo, sin quererlo, me había dado la clave, porque me había dicho que estaba dispuesta a escucharme cuando yo hubiese encontrado un hombre que hubiese salido del cementerio. Y efectivamente, buscando en la predicación primitiva y en los Hechos de los Apóstoles, se encuentra el testimonio de un pagano de nombre Festo, que le dice a Agripa que había un prisionero -que era San Pablo- que decía cosas muy interesantes. Festo hablaba a menudo con Pablo, pero la única cosa que habían entendido, y se lo decía a Agripa, era esto: "Hay un prisionero que habla de un muerto, que él dice que ha muerto, pero que vive, que ha vuelto de la muerte, ¡que ha vencido a la muerte!" De toda la predicación de San Pablo, Festo recordaba sólo esto. Os cuento esto para deciros en dos pinceladas cómo el Señor me ha hecho ir entrando en este kerigma, en este modo de anunciar la salvación, de dar en el núcleo central."

"Cada vez que me he sentido desalentado, he sentido una voz dentro de mí que me decía. "¡Coraje, Kiko, ánimo, que te quiero!" "¿De verdad que me quieres?" "En serio, ¡te quiero mucho, muchísimo!" Cristo me ha prometido: "Kiko, ¡tú no morirás!" ¡Un bautizado que viva coherentemente la fe ya ha resucitado con Cristo en el bautismo y forma parte del cuerpo de Cristo resucitado! Aquella gitana que me decía: "¿Cuándo has visto tú un hombre venir del cementerio?" Yo ahora le puedo contestar: "Yo he visto a este hombre que ha salido de la tumba y ha venido a decirme: ¡La paz esté con vosotros, yo he vencido al mundo!" Por eso os invito a terminar con un canto. Cantemos un canto de la victoria de Cristo sobre la muerte, cantemos juntos ese canto que hice en las chabolas, que se llama ¡Resucitó!"

jueves, 15 de noviembre de 2007

En el Monte Yaveh Provee-Transmitir la fe a los Hijos





Pincha aqui y veras un precioso video en el que el iniciador del Camino Neocatecumenal nos explica e introduce en la celebracion domestica en la que se reune toda la familia.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Dedicacion de la Archibasilica Papal de Cristo Salvador y de los Santos Juan Bautista y Evangelista.


Una de las cuatro Basílicas mayores de Roma.
San Juan de Letrán fue la Iglesia principal y residencia de los Papas desde el emperador Constantino (s.III) hasta la construcción de San Pedro.

San Juan de Letrán es la Arch-basílica del patriarca de Occidente, el Papa.

Historia
La historia de la Basílica es compleja, puesto que esta construcción, con el paso de los siglos, ha sufrido terremotos, incendios y reconstrucciones. Debe su fundación a la voluntad del papa Melquiades o Milcíades (311-314) y surgió sobre los restos del antiguo cuartel de los "Equites Singulares", en un terreno propiedad de la familia de los Palacios Lacerados, regalada al Papa por el Emperador Constantino para que levantase en ella la Catedral de Roma. La Basílica fue terminada en el tiempo del papa Silvestre I y consagrada por él en 324. Fue originalmente dedicada al Salvador y más tarde conocida como la Basílica de los Juanes. En 846 fue destruida por un terremoto y tuvo que ser reconstruida por el papa Sergio III, quien la dedicó a San Juan Bautista, por ser este quien con su persona y su palabra pone en contacto el Antiguo y el Nuevo Testamento. En el siglo XII el papa Lucio II también dedicó la basílica a San Juan, porque con su evangelio da testimonio de la vida y la Palabra del Señor.

Cinco concilios ecuménicos tuvieron lugar en esta Basílica, los de los años: 1123, 1139, 1179, 1215 y 1512. También fue la residencia permanente de los papas desde el tiempo de Constantino hasta el año 1304, cuando el papa se fue de Roma huyendo del caos en que se encontraba la ciudad y los estados papales. Cuando el papado regresó a Roma en 1376, el Vaticano fue escogido como la residencia permanente del pontífice.

Enormes estatuas de cada apóstol a cada lado de la nave central.

Reliquias
Cabezas de San Pedro y San Pablo están juntas sobre el altar papal cubiertas de plata. Según la ley romana la cabeza de los ejecutados se podía entregar a sus familiares o amigos; Reliquia de madera del altar usado por Pedro en casa de Pudens en Roma.

DESCRIPCION DE LA BASILICA

El Exterior
Sobre la fachada de la Basílica encontramos 15 estatuas de 7 metros de altura. La central representa a Cristo, teniendo a los lados a San Juan Bautista y San Juan Evangelista. Las demás representan a los Doctores de las Iglesias griega y latina, aquellos que nos han explicado, profundizado y hecho amar la Palabra de Dios. La Basílica de San Juan de Letrán es el símbolo de la misma Iglesia, la cual no propone sus propias palabras, antes bien continúa proponiendo la Palabra de Dios en el tiempo y en la historia, a través de la voz de los ministros y los fieles.

El interior
De la antigua Basílica construida por el emperador Constantino en el siglo IV muy poco ha quedado visible. A quien entra hoy en San Juan, la Basílica se le aparece en sus cinco naves con un amplio crucero y un enorme ábside, restaurado en el XIX, en tiempos de León XIII. La decoración y la arquitectura del interior pertenecen a la intervención llevada a cabo en el XVI por Borromini. Hoy la iglesia es prácticamente la que él imaginó y embelleció. La nave central, desde la puerta hasta el trono, en el fondo del ábside, mide 130 metros de largo y causa impresión, por los nichos con las estatuas de los Apóstoles, por el hermoso baldaquino de estilo gótico puesto más arriba del altar y por el ábside con los mosaicos completamente reconstruidos en el año 1884. Sobre los nichos de los Apóstoles se encuentran representadas algunas escenas del Antiguo y del Nuevo Testamento. Más en alto, entre las ventanas, dentro de marcos ovalados de estuco, en forma de guirnaldas, han sido pintados algunos Profetas. Ya en los mosaicos de las Iglesias paleocristianas, los Apóstoles y los Profetas eran presentados en relación unos con otros. En efecto, ellos representan la continuación de la historia de la Salvación y son, expresándonos con lenguaje figurado, "la voz de Dios" que está presente en la historia de los hombres en el Antiguo y Nuevo Testamento. Las significativas escenas bíblicas que se encuentran colocadas en el centro, más que un enlace entre cada uno de los Profetas y los Apóstoles, resaltan que aquellas "palabras", pronunciadas en nombre de Dios, se han concretado en los "acontecimientos" de la historia de la Salvación.

El baldaquino y el altar
La parte más interesante del crucero es el hermoso baldaquino realizado por Giovanni di Stefano en la segunda mitad del siglo XIV. Debajo del baldaquino, en el interior del altar papal, se conservan las reliquias de lo que, según la tradición, es el antiguo altar de madera sobre el cual en las edades paleocristiana y medieval habrían celebrado los Papas. Este altar hace percibir la íntima unidad entre la Basílica de San Juan de Letrán -primera sede de los pontífices, donde en torno al Papa, en el signo de la Eucaristía se subraya la unidad de la Iglesia- y la Basílica de San Pedro, en donde se conserva la cátedra del primer pontífice, símbolo del papel del magisterio del papado en la Iglesia. La importancia de la Eucaristía es puesta en evidencia por el altar del Santísimo Sacramento, que se encuentra al extremo del brazo izquierdo del crucero. Fue construido por el papa Clemente VIII en ocasión del Jubileo del año 1600, utilizando cuatro columnas colosales de bronce dorado que miden siete metros de alto. Las columnas se remontan a la época romana y son los únicos restos todavía visibles de la Basílica de Constantino. Debajo del baldaquino se encuentra una mesa que (según una bella leyenda) habría servido para la celebración de la Ultima Cena del Señor. La posición del altar fue elegida especialmente con el objetivo de otorgarle el máximo realce: se encuentra de frente a la entrada lateral de la Basílica, desde siempre la más utilizada, porque se dirige hacia el centro de la ciudad y acoge a los peregrinos que vienen de Santa María la Mayor.

El ábside
El mosaico del ábside es copia del medieval, y con el simbolismo del agua hace referencia al sacramento del Bautismo, que recrea y renueva todas las cosas.
El presbiterio y el ábside de San Juan de Letrán, en su aspecto actual son el resultado de la completa reconstrucción, realizada en el siglo pasado, bajo el pontificado de León XIII. Se trata por lo tanto de una copia moderna del mosaico medieval. El papa Nicolás IV, que encargó el mosaico del siglo XIII, era franciscano y esto se comprende observando las dos figuras pequeñas, que se encuentran a los lados de María y de Juan Bautista, y que son San Francisco y San Antonio de Padua. El mismo Papa es representado a los pies de la Virgen, arrodillado en actitud de oración y con las manos elevadas en actitud de ofrenda. En el centro del ábside, en lo alto, se aprecia el rostro del Salvador, circundado de Ángeles, y debajo se encuentra la cruz enjoyada, símbolo de la muerte y resurrección de Cristo, rodeada de agua, que sale del pico de la Paloma, símbolo del Espíritu Santo. Ese agua, en la que abrevan los ciervos y las ovejas, partiendo de la Cruz, se expande a través de cuatro manantiales y renueva toda la creación representada por las plantas, los animales y los hombres, que han sido representados ocupados en las actividades cotidianas, simbolizadas por una ciudad ideal, Jerusalén, que ha sido reproducida a los pies de la cruz. La lectura simbólica del mosaico no es difícil: el Bautismo al que alude el agua, produce para el mundo y para los hombres una nueva creación. Y así como el agua da origen a la vida, el bautismo introduce a los cristianos en la nueva vida que Cristo ha obtenido con su muerte y resurrección.

El fresco del papa Bonifacio
Borromini ha incluido en el monumento erigido al Papa Bonifacio VIII un fresco. El atrio antiguo de las bendiciones, que se ha destruido, conservaba este fragmento, originariamente mucho mayor y compuesto probablemente de otras dos escenas: el bautismo del emperador Constantino y la construcción de la antigua Basílica de San Juan de Letrán. Es fácil afirmar que el personaje pintado en este retrato atribuido a Giotto, sea Bonifacio VIII, el Papa del Primer Jubileo de la historia cristiana. Su nombre aparece sobre el volumen que sostiene el personaje que se encuentra a la izquierda del Pontífice. En cambio, respecto al hecho histórico con el que se relaciona el fresco, existen diversas hipótesis. Algunos sostienen que la imagen esté asociada a la solemne convocatoria del Primer Jubileo; otros, actualmente, creen que sea la representación de la toma de posesión por parte del Papa de la Basílica de San Juan de Letrán (1295). La pintura, más allá de hipótesis históricas, es un documento importante para asociar la Basílica de San Juan a la celebración de los Jubileos. Bonifacio VIII, en efecto, celebró el Primer Jubileo de la historia proclamándolo precisamente en San Juan de Letrán el 22 de febrero del año 1300.

El baptisterio
Al inicio del siglo IV, sólo las catedrales tenían baptisterio. El Bautismo era administrado en ellas. En las diócesis lo administraban los obispos y en Roma el Papa. Más tarde, otras Basílicas también tuvieron un baptisterio y al fin, en los siglos VII-VIII, cuando surgieron las parroquias en las zonas rurales y en las ciudades, éstas también tuvieron una fuente bautismal. La catedral de la Diócesis de Roma era San Juan de Letrán y por este motivo, su baptisterio era el primero y el más antiguo de Roma y de todo el Occidente. La unidad de la catedral y del baptisterio tenía un significado preciso directamente relacionado al concepto mismo de la Iglesia: pueblo de Dios reunido alrededor del obispo, que es el representante del único Salvador, Jesucristo. El baptisterio fue construido por orden de Constantino, en el siglo IV, y con este motivo se transformó la estructura de las termas de una casa romana. Sixto III (432-449) lo reconstruyó completamente y le agregó un atrio. La última restauración es del siglo XVII y fue efectuada por Borromini. El interior tiene forma octagonal; al centro hay ocho columnas de pórfido colocadas en círculo, con capiteles jónicos, corintios y compuestos que sostienen un arquitrabe, sobre el cual se apoyan otras columnas de mármol más pequeñas. Al centro del baptisterio se encuentra una pila de basalto verde, cubierta con un remate de bronce del siglo XVII. Muy interesante es la bóveda de la Capilla, dedicada a San Juan Evangelista. En el centro, en un mosaico del siglo V, es reproducido el cordero en pie, símbolo del Resucitado.

El obelisco
Saliendo del baptisterio de la Basílica de San Juan de Letrán, la mirada se dirige inevitablemente hacia el gran obelisco, que con sus 522 toneladas de peso, es el más imponente de los obeliscos de Roma y se encuentra entre los más colosales extraídos de las minas de granito del Egipto meridional. Fue traído en tiempos del emperador Constantino (siglo IV) y fue erigido por su hijo Constante II sobre la espina del Circo Máximo alrededor del año 357. Fue consagrado como símbolo del triunfo de la cristiandad sobre los antiguos cultos, como recitaba un antiguo poema esculpido en su base, hoy perdido, pero del que se ha conservado una transcripción. El papa Sixto V, en el año 1588, lo hizo erigir cerca de su catedral y estableció un plano urbano genial, en el cual las grandes avenidas enlazaban las Basílicas principales junto a las cuales había colocado los antiguos obeliscos y sobre esos había colocado la Cruz. Así, los monumentos erigidos a las divinidades egipcias fueron consagrados al culto del Dios verdadero, del cual el Papa es el representante sobre la tierra. La inscripción en la base del obelisco trae a la memoria la leyenda, según la cual, el emperador Constantino habría sido bautizado en la Basílica de San Juan de Letrán. El obelisco egipcio, la presencia del gran emperador convertido a la cristiandad y la cruz puesta como corona deberían dar testimonio de que aquí la antigua historia encontraba su plena actualización y que toda la historia humana se realiza plena y totalmente en Cristo, muerto y resucitado.

jueves, 8 de noviembre de 2007

Oracion de San Policarpo


"¡Señor Dios Todopoderoso, Padre de tu amado y bienaventurado Hijo, Jesucristo, por quien hemos venido en conocimiento de Ti, Dios de los ángeles, de todas las fuerzas de la creación y de toda la familia de los justos que viven en tu presencia!

¡Yo te bendigo porque te has complacido en hacerme vivir estos momentos en que voy a ocupar un sitio entre tus mártires y a participar del cáliz de tu Cristo, antes de resucitar en alma y cuerpo para siempre en la inmortalidad del Espíritu Santo!

¡Concédeme que sea yo recibido hoy entre tus mártires, y que el sacrificio que me has preparado Tú, Dios fiel y verdadero, te sea laudable!

¡Yo te alabo y te bendigo y te glorifico por todo ello, por medio del Sacerdote Eterno, Jesucristo, tu amado Hijo, con quien a Ti y al Espíritu sea dada toda gloria ahora y siempre! ¡Amén!"

miércoles, 7 de noviembre de 2007

El Sacerdocio-Jesus de la Heras


(En la Hoja o publicación semanal "EL ECO" de mi diócesis de Sigüenza-Guadalajara, escribí, con fecha 28 de noviembre de 1982, el siguiente artículo sobre mi ordenación sacerdotal de hace ahora 25 años y que reproduzco tal cual lo escribí entonces. Un cuarto de siglo después sigo dando gracias por el inmenso e inmerecido don de la ordenación sacerdotal. El Señor que empezó en mi la buena obra, El mismo lo lleva a término.)

Que el Señor ha estado grande, muy grande con nosotros, y estamos alegres, muy alegres, serena y profundamente alegres, no cabe duda alguna. Los que sembrábamos con lágrimas -las lágrimas en forma de rutina, desánimo, de crítica, de cruz-, cosechamos entre cantares. Y al volver, hemos vuelto, cantando, trayendo las gavillas, las primeras gavillas de la nuestra primera gran cosecha: el sacerdocio de Cristo para siempre.

Queridos lectores: ¡con qué alegría me presento hoy ante vosotros como sacerdote de Jesucristo y de su Iglesia y servidor de todos! Desde el pasado 8 de noviembre soy sacerdote para siempre. ¡Demos gracias a Dios!

De ahí, por tanto, que no sepa cómo articular esta crónica de hoy de mi sacerdocio recién abierto. Os podría decir tantas cosas...Y os hablaría de que el Espíritu del Señor, que me infundió el carácter y la gracia sacramental de manos de Juan Pablo II, en aquella hermosa mañana valenciana, fue para mí como la llega de un viejo y querido amigo, que, por fin, sin prisas pero sin pausas, venía para quedarse definitivamente y para siempre conmigo. Era un momento y una realidad tan larga, serena y gozosamente esperada que la recibí con la mayor de las naturalidades; era como la conclusión lógica de un silogismo, como el resultado de una operación matemática que estaba seguro iba a acertar.

- "Un nuevo ser está naciendo en mi..., sacerdote para siempre, sacerdote para siempre... Vas a ser prolongación y testigo de Jesucristo... Una nueva vida de consagración y de servicio para ser este nuevo, identificado ontológica y sacramentalmente con Cristo...".

- "Ven, Espíritu, ven y quédate para siempre...".

- "Gracias, Señor, de corazón. Delante de los ángeles y de los hombres cantaré para ti... Gracias, Señor, por fin llegas. Quédate. Te necesito".

Era mi monólogo de esta venturosa mañana, de aquella mañana sagrada en Valencia el pasado 8 de noviembre.

Y es que, sí, en Valencia, el 8 de noviembre pasado, ante tantos miles y miles de personas, con las cámaras de Eurovisión, y ante el Papa Juan Pablo II, a media mañana -para mí, de 12,27 a 12,39 horas- el Espíritu del Señor estuvo alumbrando en mi un nuevo ser más divino que humano, prolongación del mismo Cristo Jesús, Sumo y Eterno Sacerdote, que me hacía, a mis 23 años largos, con mis pocas luces y mis muchas sombras, sacerdote para la eternidad. Dios abría conmigo en Valencia una cuenta hasta la eternidad y me constituía mediador entre El y los hombres. ¡Qué grande es el sacerdocio y qué indigno somos los hombres para acceder a él!
Y luego Juan Pablo II, ¡qué persona tan impresionante! Su rostro es frágil y trasluce la presencia de la verdadera santidad. Su mirada es intensa, penetrante y profunda. Su voz, clara y vigorosa, sus palabras sinceras y aleccionadoras. "Debéis ser SACERDOTE DE CUERPO ENTERO, SACERDOTES DE CUERPO ENTERO". Dicen que su homilía duró cerca de 40 minutos y que fue interrumpida, con aplausos y vítores, en 34 ocasiones. En ella nos habló de corazón a corazón acerca de lo que es el sacerdote y nos recordó, como el padre hace con el hijo, la grandeza, las obligaciones y los compromisos que se deben cumplir. "Sacerdotes de cuerpo entero". A nosotros, los 141 jóvenes diáconos que íbamos a ser ordenados sacerdotes inmediatamente, esta frase y la homilía entera nos parecía el lema y la meta de un sacerdocio que estaba a punto de abrirse, que iba ya a nacer... "Sacerdotes de cuerpo entero". Amén.

El rito de la ordenación sacerdotal me lo sabía de memoria. Desde la presentación de los candidatos y las consideraciones acerca de su dignidad hasta llegar al abrazo de la paz. Me lo sabía, sí, casi de memoria, momento a momento, pregunta a pregunta, respuesta a respuesta, rito a rito. ¡Tantas veces lo hacía rezado los meses previos a la ordenación! Y lo hoy lo iba a vivir. Dos momentos me causaban mayor intensidad y emoción: la letanía de los santos, en que postrados al suelo imploramos la protección divina, y la imposición de manos con la consiguiente oración consacratoria. Una vez realizados ambos momentos, el diácono ya es presbítero y se ha colocar la estola, hasta entonces cruzada, en la posición presbiteral para a continuación vestir la casulla.

Y así nuestra primera misa iba a comenzar. Nuestra consagración, identificación y misión a lo Cristo se inauguraba: un nuevo hombre para una nueva vida.

Tras estos ritos sacros, venía la unción de las manos con el óleo santo: estas pobres y pecadores manos nuestras son desde entonces manos de Cristo, manos de su perdón, de su acogida, de su amor, de su gracia. La entrega de la patena con el pan y del cáliz con el vino para celebrar la Eucaristía -centro y fuerza de nuestra vida- y las palabras impresionantes de la llamada entrega de instrumentos, quebraba el alma y el corazón: "Recibe la ofrenda del Pueblo fiel para presentarla ante Dios. Considera lo que realizas, imita lo que conmemoras y conforma tu vida con el misterio de la cruz de Cristo". ¡Qué frase, qué verdad, qué descripción del sacerdocio!

Y, sí, ya, por fin, el abrazo de la paz, que era otro momento de encuentro con el Santo Padre:

- "Pax tecum".

- "Pax tecum. Gracias, Santo Padre".

Y ya nuestra primera Misa iba a comenzar. Por primera vez, yo iba a aplicar y a perpetuar el sacrificio de la Redención y atraer sus gracias y bendiciones infinitas. Por primera vez, ya sacerdote para siempre, iba a actuar "in persona Christi". Por primera vez, el cielo estaría más cerca de la tierra a través de mis gestos y mi plegaria sacramentales. Por primera vez, era prolongación de único Mediador y Sacerdote...

Y el corazón y la mente se sintieron gozosa, sentida y serenamente estremecer y solo saber balbucear "gracias, Señor". "Tu mano proteja a tu elegido, al hombre que tu fortaleciste". "El Señor que comenzó en mi la buena obra, El mismo la lleve a término".