martes, 29 de enero de 2008

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2008


MENSAJE DEL SANTO PADRE
BENEDICTO XVI
PARA LA CUARESMA 2008


“Nuestro Señor Jesucristo, siendo rico,
por vosotros se hizo pobre” (2Cor 8,9)




¡Queridos hermanos y hermanas!

1. Cada año, la Cuaresma nos ofrece una ocasión providencial para profundizar en el sentido y el valor de ser cristianos, y nos estimula a descubrir de nuevo la misericordia de Dios para que también nosotros lleguemos a ser más misericordiosos con nuestros hermanos. En el tiempo cuaresmal la Iglesia se preocupa de proponer algunos compromisos específicos que acompañen concretamente a los fieles en este proceso de renovación interior: son la oración, el ayuno y la limosna. Este año, en mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, deseo detenerme a reflexionar sobre la práctica de la limosna, que representa una manera concreta de ayudar a los necesitados y, al mismo tiempo, un ejercicio ascético para liberarse del apego a los bienes terrenales. Cuán fuerte es la seducción de las riquezas materiales y cuán tajante tiene que ser nuestra decisión de no idolatrarlas, lo afirma Jesús de manera perentoria: “No podéis servir a Dios y al dinero” (Lc 16,13).

La limosna nos ayuda a vencer esta constante tentación, educándonos a socorrer al prójimo en sus necesidades y a compartir con los demás lo que poseemos por bondad divina. Las colectas especiales en favor de los pobres, que en Cuaresma se realizan en muchas partes del mundo, tienen esta finalidad. De este modo, a la purificación interior se añade un gesto de comunión eclesial, al igual que sucedía en la Iglesia primitiva. San Pablo habla de ello en sus cartas acerca de la colecta en favor de la comunidad de Jerusalén (cf. 2Cor 8,9; Rm 15,25-27 ).

2. Según las enseñanzas evangélicas, no somos propietarios de los bienes que poseemos, sino administradores: por tanto, no debemos considerarlos una propiedad exclusiva, sino medios a través de los cuales el Señor nos llama, a cada uno de nosotros, a ser un medio de su providencia hacia el prójimo. Como recuerda el Catecismo de la Iglesia Católica, los bienes materiales tienen un valor social, según el principio de su destino universal (cf. nº 2404).

En el Evangelio es clara la amonestación de Jesús hacia los que poseen las riquezas terrenas y las utilizan solo para sí mismos. Frente a la muchedumbre que, carente de todo, sufre el hambre, adquieren el tono de un fuerte reproche las palabras de San Juan: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (1Jn 3,17). La llamada a compartir los bienes resuena con mayor elocuencia en los países en los que la mayoría de la población es cristiana, puesto que su responsabilidad frente a la multitud que sufre en la indigencia y en el abandono es aún más grave. Socorrer a los necesitados es un deber de justicia aun antes que un acto de caridad.

3. El Evangelio indica una característica típica de la limosna cristiana: tiene que ser en secreto. “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”, dice Jesús, “así tu limosna quedará en secreto” (Mt 6,3-4). Y poco antes había afirmado que no hay que alardear de las propias buenas acciones, para no correr el riesgo de quedarse sin la recompensa de los cielos (cf. Mt 6,1-2). La preocupación del discípulo es que todo vaya a mayor gloria de Dios. Jesús nos enseña: “Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestra buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos” (Mt 5,16). Por tanto, hay que hacerlo todo para la gloria de Dios y no para la nuestra. Queridos hermanos y hermanas, que esta conciencia acompañe cada gesto de ayuda al prójimo, evitando que se transforme en una manera de llamar la atención. Si al cumplir una buena acción no tenemos como finalidad la gloria de Dios y el verdadero bien de nuestros hermanos, sino que más bien aspiramos a satisfacer un interés personal o simplemente a obtener la aprobación de los demás, nos situamos fuera de la óptica evangélica. En la sociedad moderna de la imagen hay que estar muy atentos, ya que esta tentación se plantea continuamente. La limosna evangélica no es simple filantropía: es más bien una expresión concreta de la caridad, la virtud teologal que exige la conversión interior al amor de Dios y de los hermanos, a imitación de Jesucristo, que muriendo en la cruz se entregó a sí mismo por nosotros. ¿Cómo no dar gracias a Dios por tantas personas que en el silencio, lejos de los reflectores de la sociedad mediática, llevan a cabo con este espíritu acciones generosas de sostén al prójimo necesitado? Sirve de bien poco dar los propios bienes a los demás si el corazón se hincha de vanagloria por ello. Por este motivo, quien sabe que “Dios ve en el secreto” y en el secreto recompensará no busca un reconocimiento humano por las obras de misericordia que realiza.

4. Invitándonos a considerar la limosna con una mirada más profunda, que trascienda la dimensión puramente material, la Escritura nos enseña que hay mayor felicidad en dar que en recibir (Hch 20,35). Cuando actuamos con amor expresamos la verdad de nuestro ser: en efecto, no hemos sido creados para nosotros mismos, sino para Dios y para los hermanos (cf. 2Cor 5,15). Cada vez que por amor de Dios compartimos nuestros bienes con el prójimo necesitado experimentamos que la plenitud de vida viene del amor y lo recuperamos todo como bendición en forma de paz, de satisfacción interior y de alegría. El Padre celestial recompensa nuestras limosnas con su alegría. Y hay más: San Pedro cita entre los frutos espirituales de la limosna el perdón de los pecados. “La caridad –escribe– cubre multitud de pecados” (1P 4,8). Como a menudo repite la liturgia cuaresmal, Dios nos ofrece, a los pecadores, la posibilidad de ser perdonados. El hecho de compartir con los pobres lo que poseemos nos dispone a recibir ese don. En este momento pienso en los que sienten el peso del mal que han hecho y, precisamente por eso, se sienten lejos de Dios, temerosos y casi incapaces de recurrir a él. La limosna, acercándonos a los demás, nos acerca a Dios y puede convertirse en un instrumento de auténtica conversión y reconciliación con él y con los hermanos.

5. La limosna educa a la generosidad del amor. San José Benito Cottolengo solía recomendar: “Nunca contéis las monedas que dais, porque yo digo siempre: si cuando damos limosna la mano izquierda no tiene que saber lo que hace la derecha, tampoco la derecha tiene que saberlo” (Detti e pensieri, Edilibri, n. 201). Al respecto es significativo el episodio evangélico de la viuda que, en su miseria, echa en el tesoro del templo “todo lo que tenía para vivir” (Mc 12,44). Su pequeña e insignificante moneda se convierte en un símbolo elocuente: esta viuda no da a Dios lo que le sobra, no da lo que posee sino lo que es. Toda su persona.

Este episodio conmovedor se encuentra dentro de la descripción de los días inmediatamente precedentes a la pasión y muerte de Jesús, el cual, como señala San Pablo, se ha hecho pobre a fin de enriquecernos con su pobreza (cf. 2Cor 8,9); se ha entregado a sí mismo por nosotros. La Cuaresma nos empuja a seguir su ejemplo, también a través de la práctica de la limosna. Siguiendo sus enseñanzas podemos aprender a hacer de nuestra vida un don total; imitándole conseguimos estar dispuestos a dar, no tanto algo de lo que poseemos, sino a darnos a nosotros mismos. ¿Acaso no se resume todo el Evangelio en el único mandamiento de la caridad? Por tanto, la práctica cuaresmal de la limosna se convierte en un medio para profundizar nuestra vocación cristiana. El cristiano, cuando gratuitamente se ofrece a sí mismo, da testimonio de que no es la riqueza material la que dicta las leyes de la existencia, sino el amor. Por tanto, lo que da valor a la limosna es el amor, que inspira formas distintas de don, según las posibilidades y las condiciones de cada uno.

6. Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma nos invita a “entrenarnos” espiritualmente, también mediante la práctica de la limosna, para crecer en la caridad y reconocer en los pobres a Cristo mismo. Los Hechos de los Apóstoles cuentan que el Apóstol San Pedro dijo al hombre tullido que le pidió una limosna en la entrada del templo: “No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, echa a andar” (Hch 3,6). Con la limosna regalamos algo material, signo del don más grande que podemos ofrecer a los demás con el anuncio y el testimonio de Cristo, en cuyo nombre está la vida verdadera. Por tanto, que este tiempo esté caracterizado por un esfuerzo personal y comunitario de adhesión a Cristo para ser testigos de su amor. María, Madre y Sierva fiel del Señor, ayude a los creyentes a llevar adelante la “batalla espiritual” de la Cuaresma armados con la oración, el ayuno y la práctica de la limosna, para llegar a las celebraciones de las fiestas de Pascua renovados en el espíritu. Con este deseo, os imparto a todos una especial Bendición Apostólica.

Vaticano, 30 de octubre de 2007

BENEDICTUS PP. XVI

viernes, 25 de enero de 2008

Año Santo Paulino


Del 28 de Junio de 2008 al 28 de Junio de 2009 se celebra un gran Jubileo conmemorando a un personaje fundamental de la Historia de la Iglesia , Saulo de Tarso , San Pablo.

Para ir haciendo voca ofrecemos una breve biografía de San Pablo.

Apóstol Pablo (Saulo de Tarso)

Origen y juventud.

Saulo nació en Tarso de Cilicia, centro de cultura y saber griegos (Hch. 21:39), de una familia judía de la tribu de Benjamín (Ro. 11:1; Fil 3:5) Cuando el martirio de Esteban (33/34 o 35/36), era aún «joven» (es decir, de unos 30 años; en el 62/63 se llama ya viejo; (Filemón 9); hubo de nacer en los primeros años de la Era Cristiana. Su familia pertenecía a los «hebreos» (Fil. 3:5), es decir, a los judíos de lengua aramea, y a los fariseos (Hechos 23:6; Fil. 3:5), y era irreprochable en cuanto a la «justicia» (Fil. 3:6). Su padre era ciudadano de Tarso (Hch. 22:28), lo que supone que hubo de ser de buena posición (cfr. Fil. 3:8). Saulo fue circuncidado al octavo día de su nacimiento (Lv. 12:3 Fil 3:5) y recibió el nombre de Saúl (es decir ; griego, Saulos, de donde Saulo) y el romano y el romano de Pablo (Hch. 13:9). El niño fue instruido en la lengua aramean (Hch. 13:9) y educado en la fiel observancia de la ley y de las tradiciones de los mayores.

Según la costumbre judía, desde los cinco años debió de aprender a leer en la Biblia hebrea. Desde su juventud, Pablo aprendió igualmente la lengua griega, que era la corriente en Tarso. Por razón de su educación farisea, se duda si frecuentó también alguna de las muchas escuelas griegas, en aquel importante centro de cultura helenística. Pablo cita incluso algunos escrítores griegos (Arato, Phaen. V, 429 [Hch 17:28]; Menandro, Thais [1 Co. 15:33]; Epiménides, Or. [Tit. 1:12)).

A los quince años, Pablo fue enviado Jerusalén para formarse a fondo en el conocimiento de la Escritura y de las tradiciones y métodos rabínicos; según algunos los padres de Pablo se habrían nuevamente establecido en Jerusalén cuando era aún muy niño. Allí fue discípulo de Gamaliel (Hch. 22:3), hombre piadoso, pacífico (cfr. 5:34-39) y abierto, que no se sentía hostil a la cultura griega. Bajo su dirección, Pablo aprendió a fondo el Antiguo Testamento, los métodos exegéticos de los rabinos y se convirtió en adicto entusiasta de los fariseos. «celador extremado de las tradiciones de los padres» (Gá. 1:14; Hch. 22:3).

A su educación rabínica debe Pablo, no sólo muchas ideas religiosas y un conocímiento a fondo del Antiguo Testamento, sino también su dialéctica. y su método exegético. Como los rabinos interpretaban los hechos y objetos mencionados en el AntiguoTestamento como símbolos de la ley, así Pablo explica los sucesos de la historia de la salud como símbolos de la economía cristiana de salvación, por ejemplo, Sara como tipo del Nuevo Testamento y Agar del Antiguo Testamento (Gá. 4:21-31; cfr. 1 Co. 10 6. Pablo veía en el conjunto del Antiguo Testamento la prepación y figura de la revelación y de la salud traída por Cristo, e interpretaba la Escritura según la intuición de su fe cristiana. Así entendido, el Antiguo Testamento revela verdades que no pueden ser descubiertas ni por exégesis filosófica ni por la historia. Para ello seguía Pablo el método exegético de los rabinos, según el cual se toman como oráculos ciertos textos, entendidos fuera de su contexto y desligados del mismo. Además,Pablo toma ciertos temas a los midras judios, por ejemplo la promulgación de la ley por un ángel sobre el monte Sinaí (Gá. 3:19),la roca que camina (1 Co. 10:4), los nombres de los magos egipcios (2 Ti. 3:8). Pablo es un rabino cristiano que posee el espíritu de Cristo y se ha liberado de la mentalidad de su escuela y de la casuística de sus maestros judíos.

Según la costumbre judía, Pablo aprendió también un oficio; Pablo era de profesión fabricante de tiendas (Hch. 18:3), lo que significa o que fabricaba tiendas con lona comprada para ellas, o, lo que es más probable, que tejía él mismo la lona; Cilicia era conocida por los Cilicia, tela tejidas de pelo de cabra, de las que se fabricaban tiendas y mantas de viaje. Durante su actividad apostólica Pablo ejercía su oficio para ganarse el sustento (Hch. 18:3; 1 Co. 4:12; 1 Ts. 2:9) y vivir independientemente (1 Co.9:15).

La personalidad de Pablo

Pablo es la personalidad más influyente en la historia del cristianismo. Desde su conversión en el camino de Damasco su vida estuvo siempre dominada por una ardiente devoción a Cristo, quien se convirtió en el motivo, el objeto y el motor de su predicación, que ha marcado la dirección del cristianismo desde entonces.

El exterior del apóstol no era impresionante ni atrayente; sus adversarios le echaban en cara que «su presencia era poca cosa y su palabra despreciable» (2 Co. 10:10); él mismo alude también a su exigua estatura corporal (2 Co. 10:12-14). Su salud era débil; Pablo sufría una enfermedad que él mismo califica de aguijón de su carne y bofetón de Satán (2 Co. 12:7-9); es un sufrimiento doloroso, humillante y crónico, como lo confirma Gá. 4:13-15. Pablo poseía temperamento de jefe, voluntad de hierro, constancia inquebrantable, sentido para la iniciativa, extraordinaria capacidad de trabajo y resistencia, y un carácter conquistador; su carácter era, además, apasionado, impetuoso y dominador, que se entregaba de modo total al amor o al odio. Mas, junto a su férrea voluntad, Pablo tenía también un alma de fina sensibilidad y condescendencia, y un corazón lleno de ternura (cfr. 1 Ts. 2:7s.; 2 Co. 12:15; Gá. 4:19.; Fil.1:8, etc.), que se pegaba a los hombres y despertaba fuerte simpatía, que sentía profundamente la necesidad y el dolor de los demás. Como pensador, Pablo fue esencialmente un espíritu intuitivo, que concebía la religión más por visión inmediata que por razonamiento discursivo. Sin embargo, fue juntamente un poderoso dialéctico, y su capacidad natural se perfeccionó aún más por su formación rabínica. La naturaleza y el arte le decían muy poco; era más bien un psicólogo introspectivo. Sus comparaciones e imágenes están tomadas generalmente de la vida ciudadana, de los soldados o del derecho.

Pablo fue un escritor de ingenio, que disponía de un vocabulario extenso y de un conocimiento sólido de la lengua griega. Su lengua es el griego corriente entre la clase culta de su tiempo, salpicado con numerosas expresiones tomadas de la versión griega de los LXX, que era la más común entre los judíos de la diáspora. Su estilo es cuidado, sus frases se hallan muchas veces sobrecargadas de incisos y hay ocasiones cuando se presiente más el estilo oral que el cultivo de la escritura.

No raras veces, por el movimiento y calor de sus ideas y sentimientos, alcanza espontáneamente la cumbre de la elocuencia (por ejemplo, 1 Co. 3:21-23; 13; Ro. 8:31-39). Le gusta valerse de la diatriba griega; quiere llegar lo antes posible a establecer contacto con sus lectores, como un orador con sus oyentes; los interpela, les dirige preguntas (por ejemplo, Ro. 3:1; Gá. 3:19), hace intervenir un supuesto adversario (Ro. 9:19; 11:19), pone objeciones (Ro. 2:1, 3; 9:20; 14:4, 20, 22). Ama las antítesis (Dios/mundo, justicia/pecado, espíritu/carne, espíritu/letra, fe/ley, hombre viejo/hombre nuevo, primer hombre/último hombre, obras/fe), las personificaciones (del pecado: Ro. 7:13s., 17; de la justicia: Ro. 10:6; de la Escritura:Gá. 3:8, etc.).

Era un hombre que creaba interés en torno a sí, que atraía a los demás y emanaba amistad. La lista de veintisiete nombres en Ro:16 nos descubre una pequeña parte del círculo de sus amigos íntimos. Escribe una carta a un amigo rico para salvar la vida y recomendar a un esclavo al cual ha hecho su hermano en Cristo en la prisión. Es agradecido con los pequeños favores, y se interesa por la iglesia en Jerusalén cuando los malos tiempos ponían a los pobres en dificultad.

Según S. Juan Crisóstomo Pablo ocupa el primer puesto en el cristianismo como teólogo, y no sólo en los primeros siglos , sino en las iglesias de todos los tiempos

Pablo murió decapitado en el año 67 DC

lunes, 21 de enero de 2008

La importancia de la Sagrada Escritura por...La Virgen María - Comentario del PadreKurtovic


Fray Ljubo Kurtovic
Medjugorje Hr



“¡Queridos hijos! Pongan la Sagrada Escritura en un lugar visible en su familia y léanla. Así conocerán la oración con el corazón y sus pensamientos estarán en Dios. No olviden que son pasajeros como una flor de campo, que se ve de lejos, pero desaparece en un instante. Hijitos, dondequiera que vayan, dejen un signo de bondad y amor, y Dios los bendecirá con la abundancia de su bendición. ¡Gracias por haber respondido a mi llamado!”


Medjugorje, 25 de enero de 2007



Pongan la Sagrada Escritura en un lugar visible


La Virgen María nos ama y no desiste en llamar a sus hijos a la vida con Dios. Eso lo hace también en este mensaje suyo que comienza con las siguientes palabras: “Pongan la Sagrada Escritura en un lugar visible en su familia y léanla”. Estos llamados y palabras maternales nos son conocidos de sus mensajes anteriores en los cuales nos ha llamado a la lectura de la Sagrada Escritura. De esa misma forma, en enero del año pasado, María nos dice: “Hijitos, no olviden leer la Sagrada Escritura. Pónganla en un lugar visible y testimonien con su vida que creen y viven la Palabra de Dios”. En el mensaje del 25 de junio de 1991, María nos dice: “Hijitos, oren y lean la Sagrada Escritura, de tal manera que, por medio de mi venida, descubran en la Sagrada Escritura el mensaje para ustedes”. En el mensaje del 25 de agosto de 1993: “Queridos hijos, lean la Sagrada Escritura, vívanla y oren para comprender las señales de este tiempo”. En el mensaje del 25 agosto de 1996: “Hijitos, coloquen la Sagrada Escritura en un lugar visible en sus familias, léanla y vívanla”. En el mensaje del 25 de enero de 1999, nos dice: “Pongan la Sagrada Escritura en un lugar visible en sus familias. Léanla, medítenla y aprendan cómo Dios ama a su pueblo. Hoy también se manifiesta Su amor ya que me envía para llamarlos al camino de la salvación”. En el mes de junio de 1999, nos dice: “Los invito a que renueven la oración en sus familias leyendo la Sagrada Escritura, y que experimenten la alegría en el encuentro con Dios, quien ama a sus criaturas infinitamente”.

Muchas veces en sus mensajes maternales, la Virgen María nos ha dicho: “Queridos hijos, vivan mis mensajes y hagan vida cada palabra que les doy. Que estas palabras sean preciosas para ustedes porque vienen del Cielo. Hijitos, vivan alegremente los mensajes del Evangelio, que les estoy repitiendo desde que estoy con ustedes”.

Quizás en algún lugar de nuestro interior esperamos que la Virgen María nos explique aún más, interprete y nos haga más claros sus mensajes. Sin embargo, los mensajes de la Virgen no nos dan recetas para la felicidad. Ella ha venido a encauzar nuestra mirada hacia Jesús, quien es nuestro único Salvador y objetivo de vida. A fin de que podamos caminar por la vía de la conversión y de la salvación, Ella nos ayuda con su presencia, llamados y amor. Ella no ha venido a contarnos cuentos, a jugar con nosotros o a entretenernos. Nos ha venido a llamar a la verdad, a la luz y a la exigencia de la Palabra de Dios. Nos llama a que leamos y vivamos la Sagrada Escritura para que descubramos la fuerza vivificante de la Palabra de Dios que nos habla. El Espíritu Santo inspiró la Sagrada Escritura, y por eso la Sagrada Escritura resuma con el Espíritu Santo. Eso lo descubrimos leyendo la Sagrada Escritura que impulsa y mueve nuestra voluntad hacia el bien, ilumina nuestra mente y los sentimientos de nuestro corazón. San Gregorio Magno se preguntaba: ¿Con qué se puede comparar la palabra de la Sagrada Escritura? Y respondió: “Ella se parece a un pedernal, que está frío cuando lo tenemos en la mano, pero cuando lo golpeamos con un hierro, saltan chispas de él y prende un fuego. Las palabras de la Sagrada Escritura permanecen frías si se comprenden de forma literal, pero cuando alguien las forja con atención, inspirado por el Espíritu Santo, producen un fuego místico.”

Solamente si nos apoyamos en la verdad de la Palabra de Dios, descubriremos la transitoriedad de nuestra vida y la seguridad de las palabras de Jesús: “El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán” (Mt 24,35). Escuchemos a la Virgen María por el bien nuestro y de nuestra vida.



Fr. Ljubo Kurtovic
Medjugorje 26.01.2007

viernes, 18 de enero de 2008

Homilia del Santo Padre en la Fiesta del Bautismo del Señor


SANTA MISA EN LA CAPILLA SIXTINA
Y ADMINISTRACIÓN DEL SACRAMENTO DEL BAUTISMO

HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI

Fiesta del Bautismo del Señor
Domingo 13 de enero de 2008



Queridos hermanos y hermanas:

La celebración de hoy es siempre para mí motivo de especial alegría. En efecto, administrar el sacramento del bautismo en el día de la fiesta del Bautismo del Señor es, en realidad, uno de los momentos más expresivos de nuestra fe, en la que podemos ver de algún modo, a través de los signos de la liturgia, el misterio de la vida. En primer lugar, la vida humana, representada aquí en particular por estos trece niños que son el fruto de vuestro amor, queridos padres, a los cuales dirijo mi saludo cordial, extendiéndolo a los padrinos, a las madrinas y a los demás parientes y amigos presentes. Está, luego, el misterio de la vida divina, que hoy Dios dona a estos pequeños mediante el renacimiento por el agua y el Espíritu Santo. Dios es vida, como está representado estupendamente también en algunas pinturas que embellecen esta Capilla Sixtina.

Sin embargo, no debe parecernos fuera de lugar comparar inmediatamente la experiencia de la vida con la experiencia opuesta, es decir, con la realidad de la muerte. Todo lo que comienza en la tierra, antes o después termina, como la hierba del campo, que brota por la mañana y se marchita al atardecer. Pero en el bautismo el pequeño ser humano recibe una vida nueva, la vida de la gracia, que lo capacita para entrar en relación personal con el Creador, y esto para siempre, para toda la eternidad.

Por desgracia, el hombre es capaz de apagar esta nueva vida con su pecado, reduciéndose a una situación que la sagrada Escritura llama "segunda muerte". Mientras que en las demás criaturas, que no están llamadas a la eternidad, la muerte significa solamente el fin de la existencia en la tierra, en nosotros el pecado crea una vorágine que amenaza con tragarnos para siempre, si el Padre que está en los cielos no nos tiende su mano.

Este es, queridos hermanos, el misterio del bautismo: Dios ha querido salvarnos yendo él mismo hasta el fondo del abismo de la muerte, con el fin de que todo hombre, incluso el que ha caído tan bajo que ya no ve el cielo, pueda encontrar la mano de Dios a la cual asirse a fin de subir desde las tinieblas y volver a ver la luz para la que ha sido creado. Todos sentimos, todos percibimos interiormente que nuestra existencia es un deseo de vida que invoca una plenitud, una salvación. Esta plenitud de vida se nos da en el bautismo.

Acabamos de oír el relato del bautismo de Jesús en el Jordán. Fue un bautismo diverso del que estos niños van a recibir, pero tiene una profunda relación con él. En el fondo, todo el misterio de Cristo en el mundo se puede resumir con esta palabra: "bautismo", que en griego significa "inmersión". El Hijo de Dios, que desde la eternidad comparte con el Padre y con el Espíritu Santo la plenitud de la vida, se "sumergió" en nuestra realidad de pecadores para hacernos participar en su misma vida: se encarnó, nació como nosotros, creció como nosotros y, al llegar a la edad adulta, manifestó su misión iniciándola precisamente con el "bautismo de conversión", que recibió de Juan el Bautista. Su primer acto público, como acabamos de escuchar, fue bajar al Jordán, entre los pecadores penitentes, para recibir aquel bautismo. Naturalmente, Juan no quería, pero Jesús insistió, porque esa era la voluntad del Padre (cf. Mt 3, 13-15).

¿Por qué el Padre quiso eso? ¿Por qué mandó a su Hijo unigénito al mundo como Cordero para que tomara sobre sí el pecado del mundo? (cf. Jn 1, 29). El evangelista narra que, cuando Jesús salió del agua, se posó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma, mientras la voz del Padre desde el cielo lo proclamaba "Hijo predilecto" (Mt 3, 17). Por tanto, desde aquel momento Jesús fue revelado como aquel que venía para bautizar a la humanidad en el Espíritu Santo: venía a traer a los hombres la vida en abundancia (cf. Jn 10, 10), la vida eterna, que resucita al ser humano y lo sana en su totalidad, cuerpo y espíritu, restituyéndolo al proyecto originario para el cual fue creado.
El fin de la existencia de Cristo fue precisamente dar a la humanidad la vida de Dios, su Espíritu de amor, para que todo hombre pueda acudir a este manantial inagotable de salvación. Por eso san Pablo escribe a los Romanos que hemos sido bautizados en la muerte de Cristo para tener su misma vida de resucitado (cf. Rm 6, 3-4). Y por eso mismo los padres cristianos, como hoy vosotros, tan pronto como les es posible, llevan a sus hijos a la pila bautismal, sabiendo que la vida que les han transmitido invoca una plenitud, una salvación que sólo Dios puede dar. De este modo los padres se convierten en colaboradores de Dios no sólo en la transmisión de la vida física sino también de la vida espiritual a sus hijos.

Queridos padres, juntamente con vosotros doy gracias al Señor por el don de estos niños e invoco su asistencia para que os ayude a educarlos y a insertarlos en el Cuerpo espiritual de la Iglesia. A la vez que les ofrecéis lo que es necesario para el crecimiento y para la salud, vosotros, con la ayuda de los padrinos, os habéis comprometido a desarrollar en ellos la fe, la esperanza y la caridad, las virtudes teologales que son propias de la vida nueva que han recibido con el sacramento del bautismo.

Aseguraréis esto con vuestra presencia, con vuestro afecto; y lo aseguraréis, ante todo y sobre todo, con la oración, presentándolos diariamente a Dios, encomendándolos a él en cada etapa de su existencia. Ciertamente, para crecer sanos y fuertes, estos niños y niñas necesitarán cuidados materiales y muchas atenciones; pero lo que les será más necesario, más aún indispensable, es conocer, amar y servir fielmente a Dios, para tener la vida eterna. Queridos padres, sed para ellos los primeros testigos de una fe auténtica en Dios.

En el rito del bautismo hay un signo elocuente, que expresa precisamente la transmisión de la fe: es la entrega, a cada uno de los bautizandos, de una vela encendida en la llama del cirio pascual: es la luz de Cristo resucitado que os comprometéis a transmitir a vuestros hijos. Así, de generación en generación, los cristianos nos transmitimos la luz de Cristo, de modo que, cuando vuelva, nos encuentre con esta llama ardiendo entre las manos.

Durante el rito, os diré: "A vosotros, padres y padrinos, se os confía este signo pascual, una llama que debéis alimentar siempre". Alimentad siempre, queridos hermanos y hermanas, la llama de la fe con la escucha y la meditación de la palabra de Dios y con la Comunión asidua de Jesús Eucaristía.

Que en esta misión estupenda, aunque difícil, os ayuden los santos protectores cuyos nombres recibirán estos trece niños. Que estos santos les ayuden sobre todo a ellos, los bautizandos, a corresponder a vuestra solicitud de padres cristianos. En particular, que la Virgen María los acompañe a ellos y a vosotros, queridos padres, ahora y siempre. Amén.

jueves, 17 de enero de 2008

1000 días de Benedicto XVI



BENEDICTO XVI

19 de abril de 2005


Annuntio vobis gaudium magnum;
habemus Papam:

Eminentissimum ac Reverendissimum Dominum,
Dominum Josephum
Sanctae Romanae Ecclesiae Cardinalem Ratzinger
qui sibi nomen imposuit Benedictum XVI

¡FELICIDADES , SANTIDAD POR ESTOS MIL DIAS DE PONTIFICADO!

QUE EL SEÑOR LE AYUDE EN LA TAREA DE GUIAR LA NAVE DE LA IGLESIA.

martes, 15 de enero de 2008

Los católicos ante el aborto


Los católicos ante el aborto


¿Qué entiende la Iglesia por aborto?



La Iglesia Católica entiende por aborto la muerte provocada del feto,
realizada por cualquier método y en cualquier momento del embarazo desde el
instante mismo de la concepción. Así ha sido declarado el 23 de mayo de 1 988
por la Comisión para la Interpretación Auténtica del Código de Derecho Canónico.




La cuestión del aborto provocado, ¿es sólo un problema científico,
político o social?



Ciertamente, no. Esta cuestión es, desde luego, un problema científico,
político y social grave. Pero también es, y en gran medida, un serio problema
moral para cualquiera, sea o no creyente.



¿Tenemos los católicos obligaciones adicionales acerca de la cuestión
del aborto, respecto de los no católicos o no creyentes?



Todo hombre y toda mujer, si no quieren negar la realidad de las cosas y
defienden la vida y la dignidad humanas, han de procurar por todos los medios
lícitos a su alcance que las leyes no permitan la muerte violenta de seres
inocentes e indefensos. Pero los cristianos, entre los que nos contamos los
católicos, sabemos que la dignidad de la persona humana tiene su más profundo
fundamento en el hecho de ser hijos de Dios y hermanos de Jesucristo, que quiso
ser hombre por amor a todos y cada uno de nosotros.



Por eso los católicos, si vivimos nuestra fe, valoramos en toda su dimensión
el drama terrible del aborto como un atentado contra esta dignidad sagrada. Más
que de obligaciones adicionales, pues, habría que hablar de una más profunda y
plena comprensión del valor de la persona humana, gracias a nuestra fe, como
fundamento para nuestra actitud en favor de la vida, ya que sabemos que el
olvido de Dios lleva con más facilidad al olvido de la dignidad humana.



Como católica, ¿en qué incurre una persona que realiza o consiente
que le realicen un aborto?



Quien consiente y deliberadamente practica un aborto, acepta que se lo
practiquen o presta una colaboración indispensable a su realización, incurre en
una culpa moral y en una pena canónica, es decir, comete un pecado y un delito.




¿En qué consiste la culpa moral?



La culpa moral es un pecado grave contra el valor sagrado de la vida humana.
El quinto Mandamiento ordena no matar. Es un pecado excepcionalmente grave,
porque la víctima es inocente e indefensa y su muerte es causada precisamente
por quienes tienen una especial obligación de velar por su vida.



Además, hay que tener en cuenta que al niño abortado se le priva del
Sacramento del Bautismo.



¿Qué es una pena canónica?



La pena canónica es una sanción que la Iglesia impone a algunas conductas
particularmente relevantes, y que está establecida en el Código de Derecho
Canónico, vigente para todos los católicos.



¿En qué pena canónica incurre quien procura un aborto?



El que procura un aborto, si sabe que la Iglesia lo castiga de este modo
riguroso, queda excomulgado. El Canon 1398 dice: "Quien procura un aborto, si
éste se produce, incurre en excomunión Latae sententiae"



Por otra parte, el Canon 1041 establece que el que procura un aborto, si éste
se consuma, así como los que hayan cooperado positivamente, incurre en
irregularidad, que es el impedimento perpetuo para recibir órdenes sagradas.




¿Qué quiere decir incurrir en excomunión?



Significa que un católico queda privado de recibir los Sacramentos mientras
no le sea levantada la pena: no se puede confesar válidamente, no puede
acercarse a comulgar, no se puede casar por la Iglesia, etc. El excomulgado
queda también privado de desempeñar cargos en la organización de la Iglesia.




¿Qué quiere decir que una excomunión es Latae sententiae?




Con esta expresión se quiere decir que el que incurre en ella queda
excomulgado automáticamente, sin necesidad de que ninguna autoridad de la
Iglesia lo declare para su caso concreto de manera expresa.



¿Significa algo especial la frase "si éste -el aborto- se produce"?




Sí. Quiere decir que, para que se produzca la pena de excomunión, el aborto
debe consumarse, es decir, el hijo ha de morir como consecuencia del aborto. Si,
por cualquier circunstancia, el aborto no llega a consumarse, no se producirá la
excomunión, aunque se dará el pecado.



En el caso del aborto, ¿quiénes incurren en la pena de excomunión?




Si se dan las condiciones que configuran la pena de excomunión, en este caso
quedan excomulgados, además de la mujer que aborta voluntariamente, todos los
que han prestado colaboración indispensable a que se cometa el aborto: quienes
lo practican, quienes los ayudan de modo que sin esa ayuda no se hubiera
producido el aborto, etc.



¿Qué razón de ser tiene que el aborto está condenado por una pena
canónica tan grave como es la excomunión?



La razón de ser de esta norma es proteger -también de esta manera, no sólo
con la catequesis y la recta formación de la conciencia- la vida del hijo desde
el instante mismo de la concepción, porque la Iglesia se da cuenta de que la
frágil vida de los hijos en el seno materno depende decisivamente de la actitud
de los más cercanos, que son, además, quienes tienen más directa y especial
obligación de protegerla: padres, médico, etc. Luego, cuando el niño nazca,
estará ya además protegido de alguna manera por la sociedad misma.



La Iglesia ha entendido siempre que el aborto provocado es uno de los peores
crímenes desde el punto de vista moral. El Concilio Vaticano II dice a este
respecto: "Dios, Señor de la vida, ha confiado a los hombres la insigne misión
de proteger la vida, que se ha de llevar a cabo de un modo digno del hombre. Por
ello, la vida ya concebida ha de ser salvaguardada con extremados cuidados; el
aborto y el infanticidio son crímenes abominables" (Const. "Gaudium et Spes").




Pero ya que en los últimos años cada vez hay más Estados que permiten
el aborto, ¿no habría sido un gesto de benevolencia de la Iglesia el haber
mitigado las penas para los católicos que aborten?



La Iglesia pudo haber cambiado, en la última y profunda revisión del Código
de Derecho Canónico culminada en 1983, la pena de excomunión que pesa sobre los
que procuran conscientemente un aborto, pero no lo hizo así precisamente porque
en las últimas décadas se ha producido en todo el mundo una acusada relajación
de la sensibilidad de las gentes (y también de muchos creyentes) hacia este
crimen. Y si bien esta mayor laxitud social, que ejerce una presión cierta sobre
las conciencias, puede disminuir la gravedad del delito en algunos casos, una
atenuación de la pena habría suscitado, inevitablemente, la errónea idea de que
la Iglesia considera hoy el aborto provocado como menos grave que antes, cuando,
evidentemente, no es así.



La Iglesia es Madre y Maestra; como Madre, es lenta para la ira y fácil para
el perdón, pero como Maestra no puede desvirtuar el depósito de la doctrina
legado por Dios, y no puede decir que está bien lo que está mal, ni puede dar
pie a que nadie suponga que actúa de esta manera.



¿Puede suceder que alguna persona consienta o colabore en un aborto y
no incurra en excomunión?



Sí. Dado que en Derecho Canónico no existe delito si no hay pecado grave, hay
circunstancias en las que no se incurre en esta pena, que requiere plena
imputabilidad. Por ejemplo, no quedan excomulgados los que procuran un aborto si
ignoran que se castiga con la excomunión; los que no tengan conciencia de que
abortar voluntariamente es pecado mortal; los que han intervenido en un aborto
forzados con violencia irresistible contra su voluntad o por miedo grave; los
menores de edad...; en general, los que han obrado sin plena advertencia y pleno
consentimiento.



En el caso de que un médico (o un anestesista o una enfermera), por
no estar dispuesto a realizar este tipo de intervenciones, fuese despedido y
padecieran necesidad él y su familia, ¿podría colaborar?



Nunca se puede colaborar de modo positivo en la comisión de un acto que va
contra la ley de Dios, que hay que obedecer antes que a la ley de los hombres.
El católico que se halla en esta situación tiene la obligación grave de
ampararse en el derecho a la objeción de conciencia, aunque esta actitud pueda
acarrearle represalias.



El profesional sanitario cristiano ha de tener presente, además, que si es
conocida su condición de creyente puede provocar un grave escándalo si colabora
a la práctica de abortos.



Si los familiares de ese profesional son también cristianos, tienen la
responsabilidad humana y moral de ayudarle a sobrellevar las dificultades,
apoyarle en sus decisiones y hacer causa común con él en esos momentos de
tribulación. Y esta responsabilidad alcanza también a sus amigos y colegas, si
son cristianos y quieren vivir auténticamente su fe, así como a los miembros de
la comunidad católica en que el profesional sanitario se desenvuelva.



¿Y qué ha de hacer el resto de las personas que trabajan en un
hospital donde se practican habitualmente abortos?



Esas personas han de poner todos los medios lícitos a su alcance para que se
dejen de practicar abortos. En cualquier caso, han de negar su colaboración
directa a esas acciones.



¿No es la doctrina católica sobre el aborto una dura doctrina, que
muy pocos podrán seguir?



Casi con estas mismas palabras replicaron los contemporáneos de Jesús cuando
oyeren su predicación. Y el mismo Jesús nos dijo que hay que seguir el sendero
estrecho para llegar al Reino de los Cielos. Seguir a Cristo en Su Iglesia no es
fácil, pero con la Gracia de Dios se allana el camino y se superan las
dificultades, por grandes que parezcan. También nos dijo Jesús que fuéramos a Él
con confianza, y Él nos aliviaría de nuestras angustias.



La doctrina católica sobre el aborto no proviene de la voluntad de la
autoridad eclesiástica, sino que está fundamentada en lo más profundo de la
naturaleza de las cosas queridas por Dios, que se expresa en la Ley que Él nos
ha dado a conocer, y que la Iglesia tiene la misión de transmitir. Pero la
Iglesia cumple también con su deber siendo el ámbito en que los cristianos
pueden fortalecer mejor su fe y ser ayudados y estimulados a vivir más
intensamente su vida cristiana.



¿Cómo puede levantarse una excomunión, tras haber colaborado en un
aborto consumado?



Si un católico se encuentra en esta situación, debe acudir al obispo o al
sacerdote en quien éste delegue. En la práctica, puede dirigirse a cualquier
sacerdote, que le indicará lo que debe hacer.



¿Tienen los católicos, además de la obligación grave de no colaborar
en ningún aborto provocado, otras obligaciones en esta materia?



Todos los católicos estamos llamados a una vida plena, es decir, a la
santidad, y a contribuir activamente a la extensión del Reino de Dios en la
tierra llevando el Evangelio hasta el último rincón del mundo. Si todo miembro
responsable de una sociedad que se proclama civilizada tiene el deber de
defender la vida y la dignidad humanas, por muchas más razones los católicos
hemos de asumir esta tarea.



¿Cómo se puede hacer esto, en el caso del aborto?



El lograr que en una sociedad se respete el derecho a la vida es
responsabilidad de todos en su actividad cotidiana, pues todos, con el ejemplo
de su conducta, sus palabras, sus escritos, sus opiniones, su voto, la educación
de sus hijos, etc., influyen en lo que se piensa, en cómo se vive Y en lo que se
legisla.



Ciertamente, un papel importante corresponde a políticos, educadores y
responsables de medios de Comunicación social, por la repercusión que sus
palabras o sus acciones tienen en la colectividad; pero ellos, al tiempo que
influyen sobre la sociedad, son influidos a su vez también por ella.



¿Qué puede hacer para influir en esta materia un cristiano corriente,
un ciudadano normal que ni sale en la televisión, ni habla desde una cátedra o
una tribuna pública?



Lo primero que cada uno puede y debe hacer para afirmar la vida es vivir con
la conciencia de su dignidad. Sólo afirmaremos la vida de otros si nosotros
percibimos la nuestra en toda su grandeza y si nuestra conducta es coherente con
nuestra convicción. El ejemplo de Jesús, tomando en serio a cada una de las
personas que se encontraba, debe servirnos para que todos los que se crucen en
nuestra vida se sientan valorados y tenidos en cuenta como seres únicos. Una
afirmación así de la vida personal en nuestras experiencias cotidianas hará
posible que surja, naturalmente, la estima por todos y cada uno de los seres
humanos, también los concebidos y no nacidos. Pero junto a esta actitud general,
caben muchas maneras concretas de trabajar específicamente en favor de la vida:








Rogando al Señor por los legisladores y los dirigentes sociales en general,
para que sepan comprender que los hijos concebidos y no nacidos son los más
inocentes y los más indefensos miembros de, nuestra sociedad, y que, como ha
dicho repetidamente el Papa Juan Pablo li, nunca se puede legitimar la muerte
de un inocente.





No despreciando el valor moral del dolor y del sacrificio, cuyo rechazo
lleva a justificar cualquier intento de acabar con lo que se cree que son sus
causas, incluidos los ancianos o enfermos inútiles, los deficientes que son
una carga o los nuevos hijos que pueden complicar la vida o disminuir el
bienestar de la familia.





Acogiendo y ayudando, también económicamente, a quienes, por razón de su
maternidad, se encuentran en situaciones difíciles.





Recibiendo con alegría, por duro que pueda ser, al nuevo hijo enfermo o
deficiente que llegue a la familia, como una bendición de Dios. Es ejemplar el
testimonio de numerosísimos padres cristianos en este sentido.





Reaccionando positivamente ante escritos públicos o programas audiovisuales
que defiendan la vida humana, y críticamente ante los que la ataquen.





Orientando el voto hacia las alternativas que merezcan más confianza por
sus actitudes ante la vida en general, y ante la cuestión del aborto provocado
en particular.





Informando a quienes nos rodean, con caridad, pero con firmeza y claridad,
de la realidad del hijo no nacido y de la importancia de defender su derecho a
vivir.





Los médicos, en especial los ginecólogos, y otros profesionales sanitarios,
empleando los medios técnicos que permiten que una madre vea en una ecografía,
con sus propios ojos, al hijo en sus entrañas, moviéndose, nadando, chupándose
el dedo. Se ha dicho que si el vientre de las madres fuera transparente,
muchos verían la cuestión del aborto provocado de otra manera.



Son sólo algunos ejemplos que puedan dar idea del enorme campo que un
cristiano tiene ante sí en relación con este gravísimo problema.



¿Es razonable pensar que un día la vida y la dignidad humanas se
respetarán desde la concepción hasta la muerte?



No es posible contestar rotundamente a esta cuestión, pero hacia este
objetivo deben encaminarse los esfuerzos de todos los que aspiran a un mundo
justo. Las agresiones a la vida humana, especialmente de los inocentes, han
tenido siempre en la historia consecuencias dramáticas. Los cristianos sabemos
que cuando las personas y las colectividades han reconocido a Jesucristo, este
reconocimiento ha supuesto una afirmación de la vida sin parangón con cualquier
otra cultura. Por eso debemos empeñarnos en la extensión de la presencia de
Cristo en la sociedad, porque de este modo los hombres reconocerán su propia
grandeza y podrán vivir con una nueva conciencia propia dignidad. Con el auxilio
de Jesús y de su madre, que lo concibió en su seno, y con el ejemplo nuestra
propia vida, será posible trabajar mejor en defensa de este ideal.



Fuente: "EL ABORTO"
100 CUESTIONES Y RESPUESTAS SOBRE LA
DEFENSA DE LA VIDA HUMANA
Y LA ACTITUD DE LOS CATÓLICOS
Conferencia
Episcopal Española
Comité para la Defensa de la Vida
Madrid, 25 de marzo
de 1991

sábado, 12 de enero de 2008

Apuntes sobre Jesús y sus tiempos


Guido Adolfo Rojas Zamorano
"Verdades de la Fe Católica II"



Jesús nació en el año 749 del imperio romano, Augusto César reinaba desde hacia 31 años; y para resaltar su grandeza y poderío hizo cerrar en señal de paz universal el templo del dios Jano, uno de los más importantes de la capital romana. Este acontecimiento había sido profetizado por Daniel, diciendo que "Dios ha dado a un imperio la fuerza y la gloria gozando de una paz universal, luego aparecerá, por fin, otro reino que suscitará Dios y durará para siempre". El profeta Isaías identificó al Hijo del Altísimo como el "Príncipe de la paz" (9,6).

Escritores y pensadores paganos habían proclamado el advenimiento de un Hombre Salvador, así por ejemplo:

Confucio (500 a.C.), mencionó en la China a un "Santo" que era "un rey al que hemos de reconocer para poder salvarnos".
Sócrates (399 a.C.), filósofo griego, habló de un "Sabio universal".
Tácito (116 d.C.), y Suetonio (120 d.C.); escritores romanos, afirmaban que "era universal la creencia en antiguas profecías de que de Oriente vendría el Rey del mundo".

A las sibilas (adivinas que predecían el futuro en Roma) se les atribuye:

El nacimiento de Cristo
El eclipse solar cuando murió en la cruz
La resurrección de los muertos
El día del juicio final

En el siglo XIII, San Buenaventura relataba en un sermón de Navidad, que en el día del nacimiento del Mesías pasaron cosas asombrosas:

Una estrella brillante apareció en el cielo, por el lado de Oriente, en ella se veía la figura de un hermoso niño en cuya cabeza relucía una cruz.
En Roma, al medio día apareció sobre el capitolio, junto al sol, un círculo dorado, teniendo en el centro una bellísima mujer, portando un niño. Viendo esta señal el emperador Augusto ofreció incienso y se negó desde entonces a ser llamado dios.

La gruta donde nació el Salvador era conocida por los primeros cristianos, el emperador Adriano (117-138) ordenó levantar una estatua del dios Adonis para borrar el recuerdo de este acontecimiento. La emperatriz Santa Elena en el año 330 la transformó en un magnifico santuario conocido como la "Basílica de la Natividad". En el 529, judíos samaritanos la quemaron, por lo que el emperador Justiniano (527-565) la reedificó, quedando así hasta hoy. Hoy en día está en poder de los ortodoxos griegos, que la comparten con los padres franciscanos y la comunidad cristiana Armenia.

En el interior de la Basílica de la Natividad se ve una estrella de plata dorada con 14 rayos que representan las estaciones del Vía Crucis. Ahí mismo se lee la siguiente inscripción: "Aquí de la Virgen María, nació Jesucristo". Al lado de este recinto se encuentra el lugar que ocupó el pesebre donde María reclinó al pequeño Niño sobre la paja, y donde fue adorado por los pastores. Este es el lugar donde los católicos celebran la eucaristía.

Sobre el año del nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo se tiene por seguro que fue 6 o 7 años antes de la era actual. El error se debió a los cálculos hechos por el clérigo romano Dionisio el "exiguo" en el siglo IV.

La palabra Navidad viene del latín "Nativitas", o sea "nacimiento del Señor". Mientras que los católicos romanos la celebramos el 25 de diciembre, los ortodoxos lo hacen el 6 de enero y los armenios el 18 del mismo mes.

El 25 de diciembre se celebraba la fiesta de Mitra, el dios solar, en esta época los romanos gozaban de paz y la gente se repartía regalos, este acontecimiento se extendía hasta el día de año nuevo. La Iglesia Católica en el siglo IV bajo el reinado de Constantino cristianizó esta fiesta, teniendo en cuenta que Jesús era "la luz verdadera que alumbra a toda la humanidad" (Juan 1,9), también llamado la "luz de las naciones" (Isaías 42,6).

Existe tres cosas en común entre Cristo y el dios persa Mitra:

Ambos nacerían en una cueva
Serían visitados por pastores
Morirían para salvar la humanidad

En los tiempos del Mesías hubo cuatro gobernantes que llevaron el nombre de Herodes:

Herodes el "grande", rey de Israel; que mandó a matar a los niños inocentes en Belén
Herodes Antipas, tetrarca de Galilea y de Perea (hijo del anterior); mandó a decapitar a Juan Bautista
Herodes Agripa I (Nieto de Herodes el Grande), fue quien ajustició al apóstol Santiago y encarceló a Pedro
Herodes Agripa II, delante de quien compadeció Pablo cuando estuvo visitando a Festa en Cesárea

Los magos en la antigüedad cumplían varias funciones: eran astrólogos, médicos, sacerdotes y consejeros de los reyes. Según la tradición los tres Reyes Magos eran hermanos:

Melkor, rey de Persia
Baltasar, rey de la India
Gaspar, rey de Arabia

Después de la resurrección del Señor, el apóstol Tomás los encontró en Saba (India), donde fueron bautizados y consagrados obispos, labor que cumplieron hasta su martirio en el año 70 d. C.; siendo enterrados junto en un mismo sarcófago. Sus reliquias fueron llevadas primero a Constantinopla por Santa Elena. Posteriormente, Federico Barbaroja, en el siglo XII, las trasladó a la catedral de Colonia (Alemania), donde hoy reposan sus cenizas con las coronas que llevaron durante su existencia.

La Iglesia Católica recuerda los cinco grandes dolores de San José:

Ver nacer al Divino niño en un pobre pesebre
La huida a Egipto ante la amenaza de muerte del rey Herodes
La presentación de Jesús en el templo, cuando el profeta Simeón anunció que sería causa de división entre los hombres
La pérdida de Jesús en el templo, y su búsqueda durante tres días
La separación de Jesús y María al llegarle la hora de la muerte

Los cuatro momentos importantes en la vida del Hijo de Dios en el mundo son:

Su nacimiento por medio de la Virgen María
Su muerte en la cruz
Su triunfal resurrección
El regreso al cielo a la presencia del Padre Eterno

Ciudades bíblicas de Israel:

Belén (Casa de Pan), fue la aldea donde nació el rey David, José y Jesús
Nazareth (Flor de Galilea), donde el Mesías vivió su vida privada por 30 años, lugar de origen de la Virgen María
Caná de Galilea, donde el Divino Maestro realizó su primer milagro al transformar el agua en vino. Lugar de nacimiento del apóstol Natanael
Cafarnaún (Bella Ciudad), la segunda patria del Señor, donde más milagros realizó, y donde predicó con mayor elocuencia. Aquí se encontraba también la casa del apóstol Pedro
Tiberíades situada junto al mar, fundada por Herodes Antipas, tetrarca de Galilea; quien le dio este nombre en honor del emperador Tiberio César
Sebaste en la antigua Samaria, en esta ciudad según la tradición Herodes mandó a decapitar a Juan Bautista
Betania (Casa de la Pobreza), lugar de descanso de Cristo en el hogar de sus amigos los hermanos Lázaro, Marta y María Magdalena
Betsaida (Casa de los Pescadores), cerca del río Jordán; cuna de los apóstoles Andrés, Pedro y Felipe
Jerusalén (Ciudad de la Paz), la capital de Israel; aquí fue donde el Verbo de Dios murió y resucitó
Emmaús el sitio donde el Salvador resucitado efectuó la "fracción del pan" delante de sus discípulos Cleofás y Simón

En Nazareth se encuentra:

La casa de la Santísima Virgen o Basílica de la Anunciación, era una gruta clavada en una colina que señala el lugar donde la Madre del Redentor recibió el anuncio del ángel San Gabriel
La casa de San José, que sirvió de morada a la sagrada Familia, y donde Jesús pasó treinta años de su vida privada

En tiempos de Cristo vivían en Palestina un millón de judíos, la población de Jerusalén era de unos 25 o 30,000 habitantes; para la pascua podían llegar más de 180,000 peregrinos. Otros hebreos vivían en diferentes ciudades de Asia Menor conocidas como diásporas.

Las mujeres israelitas se casaban a partir de los 12 años, y los hombres después de los 14 años.

La sangre judía sólo se hereda por la madre.

Las mujeres no participaban de la vida pública, cuando salían a la calle debían cubrirse el rostro, algunas incluso no se descubrían ni siquiera en la casa. Sin embargo, el Señor trató a la mujer en un plano de igualdad, entre sus discípulos se encontraban muchas de ellas incluyendo a su madre María.

Las sinagogas eran lugares de culto, escuelas bíblicas, hospederías y centro de difusión y propagación del judaísmo entre los paganos. Los niños asistían desde los seis años, a partir de los doce era considerado como mayor de edad, y por lo tanto responsable del cumplimiento de la ley mosaica, y además apto para leer los rollos sagrados. Para las niñas no había una ceremonia especial.

Los judíos de familias importantes mandaban a sus hijos entre los 16 o 18 años, a estudiar con algún rabino o sabio famoso, como lo hizo Saulo de Tarso (más tarde el apóstol Pablo), con Gamaliel.

A Jesús lo llamaban como rabí (maestro), por sus grandes conocimientos en la Escritura Hebrea.

Uno de los títulos que más utilizaba el Ungido de Dios para referirse así mismo, era el de "Hijo del hombre", reconociendo su misión mesiánica.

Juan Bautista era hijo de Zacarías y de Isabel ambos de estirpe sacerdotal. El nombre de Juan quiere decir "Dios es propicio"; es considerado como el último de los grandes profetas de Israel y precursor del Mesías, es llamado como "la voz del desierto". Fue decapitado por Herodes Antipas en la fortaleza de Maqueronte, a orillas del mar muerto. Aquí se construyó una iglesia sobre su sepulcro. Según la tradición la cabeza del santo profeta fue llevada después a la iglesia de San Silvestre de Roma. La tumba de este santo profeta se encuentra en la actualidad dentro de la mezquita de Damasco en Siria.

En 1999 se descubrió a orillas del río Jordán una cueva bajo las ruinas de una iglesia bizantina del siglo IV, los arqueólogos la identificaron como el sitio donde vivía Juan el Bautista. Las ruinas de otras tres iglesias fueron halladas cerca de esta gruta, demostrando el carácter sagrado del lugar.

En nuestros días existen en algunas comarcas del Oriente los llamados cristianos de San Juan Bautista. El origen de esta secta parece remontarse a ciertos discípulos del mismo que se adhirieron a los herejes de los primeros siglos.

Las tres tentaciones que Cristo Jesús resistió al Demonio en el desierto son:

Convertir las piedras en pan
Tirarse de lo alto del templo de Jerusalén, para que los ángeles del cielo lo salvaran
Que se arrodillara para adorarlo

Los discípulos del Señor estaban conformados por pescadores, viudas, huérfanos, gente pobre, enfermos y lisiados, ex-prostitutas como María Magdalena, y extranjeros entre romanos y griegos.

Los leprosos eran considerados como "impuros", tenían que vivir afuera de las ciudades, y cuando entraban en ellas para pedir limosna lo hacían cubriéndose la cara con un velo, y anunciar su paso al sonar de una campanilla.

El título de apóstol quiere decir "enviado", eran doce por las doce tribus de Israel, ellos fueron:

Andrés y Pedro: hermanos y pescadores del mar de Galilea
Santiago el "Mayor" y Juan el "Discípulo amado": hijos de Zebedeo y Salomé, eran pescadores y amigos de los dos primeros. Por sus temperamentos Jesús les dio el título de "Hijos del trueno"
Santiago el "Menor" y Judas Tadeo: hermanos y primos del Señor
Felipe y Bartolomé (Natanael): amigos
Mateo el "publicano": cobrador de impuestos
Simón el "ex Celote" (guerrillero)
Tomás el "gemelo"
Judas Iscariote el "traidor"

Nuestro Señor les dio varias misiones y poderes:

Predicar el evangelio (la buena nueva)
Perdonar los pecados
Bautizar
Celebrar la eucaristía
Hacer milagros en su Nombre
Expulsar demonios
Hablar varios idiomas (lenguas)
Resucitar a los muertos

Según la tradición cristiana el final de los apóstoles y algunos discípulos, fue el siguiente:

Pedro: crucificado en Roma por el emperador Nerón hacia el año 64 o 67. Sus restos se encuentran en el Vaticano.
Pablo: decapitado en Roma por el emperador Nerón, y por la misma época del príncipe de los apóstoles. Sus reliquias están en las iglesias de San Pablo extramuros y San Juan de Letrán.
Santiago el "Mayor": evangelizó España, fue decapitado en Jerusalén en el año 42, fue el primer apóstol en dar su vida por el Divino Maestro. Su cuerpo fue trasladado a la región de Galicia (España). Hoy se encuentra en la iglesia de Santiago de Compostela.
Juan: después de la resurrección está casi constantemente junto a Pedro, bajo el emperador Domiciano fue echado a una caldera de aceite hirviente de la que salió ileso, fue desterrado a la isla de Patmos, y murió de anciano en la ciudad de Efeso.
Santiago el "Menor": Obispo de la Ciudad de la Paz después del martirio de Santiago el "Mayor". Fue arrojado del pináculo del templo y luego apedreado en el año 61 o 62, por el sumo sacerdote Anás II.
Andrés: predicó el evangelio en Asia Menor, murió crucificado en forma de X en Patras de Acaya. Sus reliquias fueron trasladas a Constantinopla y después a Amalfi. Su cabeza llevada a Roma en 1462, fue restituida a Grecia por el papa Pablo VI.
Bartolomé: evangelizó en Arabia y la India, después se dirigió a Armenia donde suscitó fuertes envidias de los sacerdotes paganos, el hermano del rey Polimio, de nombre Astiage, dio la orden de despellejarlo y luego decapitarlo.
Felipe: murió crucificado en Hierápolis bajo el reinado de Domiciano o de Trajano a la edad de 87 años. Se dice que sus reliquias fueron llevadas a Roma y colocadas junto a las de Santiago el "Menor" en la iglesia de los Santos Apóstoles.
Matías: hizo apostolado en Etiopía, según se cree fue decapitado.
Judas Tadeo: predicó en Judea, Samaria, Siria, Arabia, Mesopotamia y en la lejana Libia. Murió en Beirut, aunque otros relatos afirman que él y San Simón sufrieron el martirio en Suanis (Persia).
Tomás: su labor apostólica la realizó en la India donde fue martirizado.
Mateo: predicó entre los judíos y después en otros pueblos, una antigua tradición menciona que como jefe misionero no murió mártir; en cambio, otra fuente menos segura, afirma que fue lapidado, quemado y decapitado en Etiopía; de donde sus restos fueron llevados a Paestum, en el Golfo Salernitavo, y en el siglo X a Salerno donde se encuentra hasta nuestros días.
Simón: se cree que con el apóstol Judas Tadeo recorrieron las provincias del imperio persa. Otra fuente atestigua que fue a Egipto, Libia y Manitania; padeció el martirio durante el imperio de Trajano, en el año 107, a la edad de 120 años.
Bernabé: evangelizó al lado de Pablo en Antioquía, Chipre, Italia. Murió en Chipre, pero también escritos apócrifos hablan de su martirio por lapidación a manos de los judíos hacia el año 70 en la diáspora de Salamina.
Marcos (o Juan Marcos): era primo o sobrino de Bernabé, compañero de Pedro en sus viajes misioneros en Oriente y en Roma, donde escribió su evangelio. Probablemente murió en el año 68 de muerte natural, y según otra crónica, como mártir en Alejandría (Egipto), atado con una cuerda en el cuello, luego arrojaron su cuerpo a las llamas. Sus reliquias se encuentran al parecer en la Basílica de Venecia (Italia).
Lucas: acompañó a Pablo desde su segundo viaje apostólico, falleció a la edad de 84 años en Beocia.
Timoteo: fue puesto al frente de la iglesia de Efeso, donde permaneció hasta su martirio a causa de un motín popular en el año 97.
Tito: Obispo de Creta, evangelizó en Dalmacia; murió en Creta en edad avanzada.
Simón: remplazó a su hermano Santiago el "Menor" como obispo de la Ciudad Santa por más de cuatro décadas, hasta que sufrió el martirio durante las persecuciones de Trajano; tenía más de cien años.
Judas Iscariote: se ahorcó a las afueras de Jerusalén, "cayendo de cabeza , se reventó por la mitad, y todas sus entrañas se derramaron" en un terreno que fue conocido como Acéldama, que quiere decir "campo de sangre".

Los lugares donde el Unigénito de Dios dio a conocer la Buena Nueva fueron:

Las sinagogas
El Templo de Jerusalén
Aldeas y campos
En las casas
A orillas del mar subido en una barca

En año 2000 se encontró cerca del mar de Galilea, los restos de una embarcación judía de los tiempos de Cristo, algunos creen que es la misma barca de Pedro donde el Primogénito de Dios predicó el evangelio.

Para Orígenes la expulsión de los mercaderes del templo, fue uno de los hechos más importantes en la vida de Cristo.

Santa Fotina, es considerada como la mujer samaritana a la que Nuestro Señor le pidió de beber agua. Según diversos relatos se retiró a Cartago con uno de sus hijos; allí predicó el evangelio y murió en prisión en tiempos del emperador Nerón.

María Magdalena, la discípula fiel del Maestro, y primer testigo de su resurrección; según una tradición griega fue a vivir a Efeso, en donde probablemente murió.

Lázaro hermano de Marta y de la anterior, según una antigua tradición oriental fue obispo y mártir de Chipre en el reinado de Nerón. Sus reliquias fueron trasladadas en el año 900 por el emperador León VI, de Chipre a Constantinopla juntos con las de su hermana María Magdalena, que habían sido encontrada en Efeso. Desde el siglo IV, los cristianos de Jerusalén, iban en procesión a su tumba en Betania de Judea, el sábado antes del domingo de ramos.

En el monte de los Olivos se encuentra la capilla del "Pater Nostre", donde el Hijo de Dios enseñó a sus discípulos esta bella oración, que se encuentra escrita en sus paredes en 35 idiomas.

La entrada triunfal del Salvador a la Ciudad Santa montado en un burro, fue de la misma forma como lo hacían los antiguos reyes de Israel (Zacarías 9,9).

Según la tradición la casa del Cenáculo pertenecía a la familia de San Marcos, aquí sucedieron hechos sobresalientes:

La celebración de la última cena el jueves santo
El Señor resucitado se aparece a los apóstoles
La venida del Espíritu Santo en la fiesta del Pentecostés
Pedro liberado de prisión por un ángel, se encuentra con los discípulos que oraban por él

San Epifanio, narraba que el Cenáculo fue preservado de la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era, por los ejércitos romanos.

Los médicos han explicado que el "sudor de sangre" de Jesús en el huerto del Getsemaní, se debe a ciertos casos de tensión mental extrema.

A las afueras de la Ciudad Santa se localiza el valle de la Gehenna, aquí se encuentran unas cuevas, una de ellas se llama la del "refugio de los apóstoles"; porque según la tradición, ocho de ellos se escondieron en aquel lugar después del arresto del Señor.

En el valle de Kidrón hay una serie de cámaras funerarias excavadas en la roca, según una tradición del siglo VI, en una de ellas permaneció Santiago el "Menor" desde que Jesús es hecho prisionero hasta su resurrección. Al lado, se encuentra la tumba de Zacarías, padre de Juan Bautista.

Descendiendo del monte Sión, está la "gruta del arrepentimiento" en la iglesia de San Pedro en Gallicante (del canto del gallo). Según la tradición, en esta cueva fue donde el apóstol habiendo salido del palacio de Caifás, lloró amargamente.

En noviembre de 1990, se encontró en el "bosque de la paz" a la salida de Jerusalén, una tumba de piedra caliza que parece contener los restos de José Caifás, sumo sacerdote que entregó a Jesús a Poncio Pilatos.

En el Talmud (libro histórico y religiosos judío, escrito a finales del siglo I de nuestra era), se narra que el gran consejo de ancianos del sanedrín, lanzó contra Cristo la gran ex comunión que equivalía a la pena de muerte contra el culpable y contra los que le dieran asilo. La sentencia era pública al sonido de las trompetas, por los sacerdotes que precedían las asambleas de las cuatrocientas sinagogas de la Ciudad Santa. Por esta razón, Jesucristo, fue declarado excluido solemnemente de la sinagoga, y proclamado como mago y seductor del pueblo de Dios. Las acusaciones que se hicieron contra el Divino Maestro fueron:

Perdonar los pecados en su Nombre
Recibir poder de Satanás
Hacer milagros el día sagrado (Sábado)
Creerse superior al templo de Jerusalén
Hacerse llamar Hijo de Dios
Hacerse llamar rey de los judíos

El juicio contra el Hijo del hombre, a la luz de los códigos judíos y romanos, presentó las siguientes anomalías:

Arresto con soborno y conspiración
Pruebas insuficientes
Falsos testigos
Ausencia de citación y acusaciones formales
Juicio adelantado en horas impropias y en día prohibido por la ley judía
Carencia de abogado defensor
Doble juicio por el mismo delito
Doble castigo por la misma falta

Antiguos relatos afirman que en el año 36, Pilatos fue llamado desde Roma por el emperador Tiberio, y según el teólogo e historiador de la Iglesia Eusebio de Cesárea, acabó suicidándose al ahogarse en un lago. Algunas leyendas afirman por el contrario, que se convirtió al cristianismo y murió mártir. La Iglesia Copta lo venera así y celebra su fiesta religiosa el 25 de junio.

La crucifixión era el peor castigo de la ley romana reservado solo para los esclavos, los rebeldes y los prisioneros de guerra de otras naciones.

La vía dolorosa que recorrió Jesús al Gólgota, era un camino de piedra en forma ascendente de unos tres kilómetros. En el trayecto se encuentra con varios personajes:

María su Madre, y el apóstol Juan
La Verónica que le limpió el rostro
Un grupo de mujeres que las llamó "hijas de Jerusalén"
Simón el Cirineo, que le ayudó a cargar la cruz

Sobre la mujer que le secó la cara al Señor, la tradición la nombra como Sefarina. El título de Verónica sería una alusión al sagrado rostro, en griego la palabra Vera Icon quiere decir "verdadera imagen". Cuando Saulo persiguió a la Iglesia naciente, esta santa mujer dejó Palestina, llevándose consigo la preciada reliquia.

Sobre el hombre que le ayudó a Cristo Jesús a llevar el madero al Calvario, se sabe que era de Cirene, en África. Se convirtió en un discípulo fervoroso, mientras que sus dos hijos: Alejandro y Rufo, fueron apóstoles de la verdadera fe.

Con respecto a la leyenda del "judío errante", existen dos versiones; una occidental y otra oriental, considerándose más antigua la primera de ellas:

La leyenda occidental asegura que se llamaba Ashaverus, que era zapatero y que tenía una pequeña tienda a la entrada de Jerusalén, cerca del sitio por donde el Mesías pasó con la cruz a cuestas, Habiendo solicitado Jesús al judío que le dejara descansar un momento, éste se negó y encolerizado lo golpeó con una herramienta al tiempo que le decía "anda". Por este acto Ashaverus recibió la condena del Hijo de Dios, quien le dijo: "Yo luego descansaré, pero tú andarás sin cesar hasta que vuelva". Desde entonces aquel judío comenzó a recorrer la Tierra, y sus cansados pies jamás pudieron detenerse porque cada vez que quería hacerlo las palabras de Cristo eran la fuerza que lo impulsaban a continuar.

La leyenda oriental afirma que el nombre del judío era Cortafilo, y que oficiaba como portero de Poncio Pilatos. Cuando sacaron al Mesías de la presencia del gobernador romano, le dio una puñalada por la espalda, diciéndole "anda". Jesucristo le respondió: "El Hijo del hombre se va, pero tú esperarás a que vuelva". Después de esto Cortafilo se convirtió al cristianismo recibiendo el bautizo de manos de Ananías, quien le dio el nombre de José; pero continuando su peregrinación en este Mundo. Dicen que el judío errante no lleva más que cinco monedas de cobre. Hay quienes afirman que lo han visto en varios lugares e incluso un autor de la Edad Media, logró establecer que cada cien años sufre una terrible enfermedad que se recupera, pues no puede morir sino hasta el fin de los tiempos.

Preguntando una vez San Bernardo al Señor en la oración, cuál había sido el mayor dolor que había sufrido en el curso de su Pasión; Este respondió: "Yo tuve una llaga en la espalda de tres dedos de profundidad que me hizo la cruz llevándola sobre mis hombros; ésta ha sido la de mayor dolor y pena que todas las otras".

Las siete palabras del Mesías en la cruz fueron:

"Padre, perdónales porque no saben lo que hacen" (Lucas 23,34)
"Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23,43)
"He ahí a tu Hijo". "He ahí a tu Madre" (Juan 19,26-27)
"Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado?" (Marcos 15,34; Mateo 27,46)
"Tengo sed" (Juan 19,28)
"Todo está cumplido" (Juan 19,30)
"Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (Lucas 23,46)

En los tiempos del Mesías algunos crucificados tardaban días enteros en morir, otros en cambio eran rematados de tres maneras:

Les atravesaban el corazón con una lanza, como hicieron con el Señor
Les partían las piernas para que fallecieran por asfixia, como hicieron con los dos ladrones
Los golpeaban con un mazo en el pecho, para provocar un paro cardiaco

Sobre el eclipse solar que se produjo el viernes santo (Lucas 23, 44-45), fue predicho por el profeta Amos (8,9); y testificado por los historiadores profanos como Thallus Liberto, en el reinado del emperador Tiberio; quien dice que en ese tiempo "Una horrible oscuridad cubrió el universo entero". Flegón, liberto por el emperador Adriano, escribió cien años después "que hubo en esa época un eclipse de sol tan completo, como nadie lo vio semejante".

Después de morir el Redentor del mundo, se produjo un temblor de tierra, que partió transversalmente la roca del calvario, como se ve hoy en día.

En Jerusalén hay dos lugares que se discuten podría ser el sitio donde estuvo la tumba de Cristo Jesús:

La basílica del Santo Sepulcro o de la Resurrección: Ha sido venerada durante dieciséis siglos como el lugar más sagrado del cristianismo. Fue construida por el emperador Constantino; hoy en día su custodia está en poder de las iglesias católica, ortodoxa griega y armenia.
El jardín de la tumba: se encuentra afuera de las murallas de la Ciudad Santa, es un sepulcro tallado en piedra, fue descubierto en 1867. Data del período de la ocupación romana, y se piensa que pertenecía a José de Arimatea. Hay además una colina cercana en forma de cráneo humano, que hace recordar al Calvario o Gólgota (calavera). Este sitio es reconocido por muchas iglesias protestantes como el lugar bíblico de la crucifixión.

De manera errónea otras religiones han querido identificar el lugar donde está el cuerpo del Hijo de Dios, así por ejemplo:

Para los seguidores de la secta evangélica islámica "Adhmadayya", Cristo sobrevivió a la cruz, y murió de viejo a los 120 años; su tumba se localiza en Srinagar, la capital del estado de Cachemira, al norte de la India; donde el Mesías fue en busca de las diez tribus perdidas de Israel.
En 1935, el sacerdote sintoísta Koma Takeuchi, anunció según un documento hebreo perteneciente a su familia, que había descubierto el sepulcro de Jesucristo en una colina de Salingo, pueblo septentrional del Japón.

Las dos pruebas bíblicas de la resurrección del Hijo de Dios, son:

La tumba vacía que encontró María Magdalena el día domingo
Las diversas apariciones a los apóstoles y discípulos

San Esteban, el diácono (servidor), que fue el primer mártir del cristianismo, al ser lapidado en presencia de Saulo a las afueras de la Ciudad de Dios por orden del sanedrín, por el delito de blasfemia (Mentira religiosa). En el siglo V el sacerdote Luciano escribió a cerca del descubrimiento de las reliquias del santo, las que hoy se cree, reposan en la iglesia de San Lorenzo en Roma.

En el libro del Apocalipsis (5,5), se nombra a Jesús con el título simbólico de "el León de la tribu de Judá".

Nota:Este pequeño curso sobre las verdades fundamentales que comprende la Fe Católica está basado en los libros "Verdades de la fe Católica I y II", escritos por Guido Rojas, licenciado en Ciencias Religiosas por la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia.

miércoles, 9 de enero de 2008

¿NO TE PARECE EXTRAÑO....


¿NO TE PARECE EXTRAÑO....

---cómo un billete de 10 euros parece tan grande cuando lo llevas a la Iglesia, y tan pequeño cuando lo llevas a las tiendas?

...cuán larga parece una hora cuando servimos a Dios, pero qué corta cuando vemos nuestro programa de televisión favorito.

...que difícil nos vienen las palabras al rezar o orar...y qué fácil cuando hablamos con un amigo.

...cuánto nos emocionamos cuando un partido de fútbol tiene prórrogas y cuánto nos quejamos cuando una Misa es más larga de lo usual.

...lo difícil que es leer un capítulo de la Biblia, pero lo fácil que es leer las páginas de una novela o un periódico deportivo.

...cómo las personas desean los asientos de delante en cualquier juego, o concierto, pero cómo se esfuerzan para buscar asientos en la parte de atrás de una Iglesia.

...que necesitemos 2 o 3 semanas de aviso para responder a algo que organiza la Iglesia pero que ajustemos nuestros compromisos sin previo aviso para otros actos aunque sea en el último momento.

...lo difícil que es aprender una verdad simple del Evangelio para compartirla con otros, pero que fácil es entender y repetir un chisme.

...cómo creemos lo que dicen los periódicos, pero cuestionamos lo que dice la Biblia.

...que muchos sean tan cuidadosos para escoger lo que entra en su estómago, pero no se preocupan de lo que entra en su mente o en su corazón.

...que todos quieran ir al cielo, y pocos se preocupen de vivir las exigencias del Evangelio necesarias para lograrlo.

Es extraño...¿no te parece?

lunes, 7 de enero de 2008

Lo que la ira esconde


Nota: Christus Dominus no es un blog que haga reivindicaciones de tipo politico , fuera de lo que es defender el derecho a la vida y la libertad religiosa ; dicho esto es necesario señalar que los Cristianos no son votantes natos de uno u otro partido: eso no quita de que la situacion actual de España -critica , con una esperanza incierta- , y las reacciones hechas por el Partido del Gobierno a la Iglesia por la Gran Celebracion por la familia cristiana merezcan una seria reflexion y critica por parte de los cristianos.

Sirva pues -para la reflexion- este articulo que ofrecco a continuacion:

Lo que la ira esconde
Editorial
Santiago Martín
La Razón


Las reacciones iracundas de los socialistas a la manifestación a favor de la familia están sirviendo para poner de manifiesto el verdadero talante de los dirigentes de ese partido y su concepción del papel que le reservan a la Iglesia si algún día llegaran a establecer la sociedad laicista que propugnan.
Se quejan de dos frases pronunciadas en sendos discursos por dos cardenales, cuando lo que en realidad les duele es que escucharan esas frases dos millones de personas –si en la manifestación hubieran estado unos cuantos miles nada más, no habrían armado el alboroto que están armando–.

Cita electoral
Protestan también porque hayan sido dichas en un momento próximo a la cita electoral, olvidando que la Iglesia lleva diciendo más o menos lo mismo durante toda la legislatura sin que se le haga caso. Dicen que el Vaticano está disgustado y no está de acuerdo con lo que ocurrió el 30 de diciembre, como si no hubiera participado en el acto el propio Papa y como si éste pudiera estar triste porque dos millones de personas se echaran a la calle para defender la familia en plena época de vacaciones.

Circula el rumor de que los «halcones» del Gobierno –capitaneados por el propio Presidente– se han arrojado sobre las «palomas» –los que han trabajado para que hubiera buenas relaciones con la Conferencia Episcopal en estos cuatro años– acusándoles de no haber logrado que la Iglesia fuera más dócil, como debería, según ellos, en prueba de agradecimiento por haber subido la asignación tributaria al 0,7; pero ¿en qué cabeza mínimamente enterada de lo que es la Iglesia puede caber la idea de que ésta se va a vender por un puñado de monedas y va a callar cuando se aprueban leyes como la del «divorcio express», la de Educación para la Ciudadanía o se llevan a cabo más de cien mil abortos al año?; o es realmente muy tonto quien piensa eso o hay algo más detrás.

El pánico por la recesión
Hace unos días me refería a lo del conejo que saca el mago de la chistera para distraer el personal mientras se mete el dinero en el bolsillo. Vuelo a insistir en que ahí está la cuestión. La situación económica está explotando. El miedo a la recesión se está convirtiendo en pánico y eso es lo peor que le puede pasar a cualquier Gobierno de cara a unas elecciones. Es verdad que las encuestas le siguen dando ventaja, aunque por poco, con respecto al PP, pero lo que no se dice es que esos datos se obtienen bajo el supuesto de que la participación sea altísima –el 80 por 100– y que si no es así, si es la habitual –67 por 100– el PP está cinco puntos por delante.
El Gobierno necesita imperiosamente movilizar a sus bases más radicales para que vayan a las urnas, como las movilizó con los atentados hace cuatro años; necesita encontrar algo que se convierta en un revulsivo para esas bases y lo estaba preparando con el aborto –fue Zapatero quien lo puso en circulación– y ahora está queriendo utilizar dos frases pronunciadas en tres horas de discursos para ese fin.

Esta es la verdad de lo que ocurre y todo lo demás no es más que camuflaje y retórica. Tienen miedo a perder las elecciones y creen que echando a los leones –sus votantes radicales– unos cuantos cardenales para que los destrocen, van a dar la vuelta a las encuestas. Olvidan que la sangre de los mártires terminó salpicando a Nerón, que mientras aquéllos han sido considerados defensores de la libertad del individuo frente al Estado, éste pasó a la historia como un tirano que, además de cantar muy mal, era un payaso.

viernes, 4 de enero de 2008

Si un grupo terrorista...


Si un grupo terrorista matase en un atentado a 100.000 personas , seguramente serian infinitos los actos de repulsa y las condenas a ese atentado.
Pues el año pasado en nuestro país , ocurrio una cosa parecida:
no fueron terroristas , sino simples mujeres , mujeres que MATARON A SUS HIJOS , interrumpiendo su embarazo, mujeres que abortaron.

Fueron madres que cometieron el mayor de los crimines , matar a sus propios hijos.

No quiero extender el calificativo de asesinas a todas ellas , porque -estoy seguro- muchas -como aquellos que colgaron a Jesus de la cruz- no sabian lo que hacian.

A ellas no las califico de asesinas , pero si a todo el entramado de clinicas y medicos -muchos de ellos ilegales- que son capaces de ejecutar LA MUERTE DE UN INOCENTE.
Quizas nuestro mundo necesite de Dios . Estoy seguro de que si.
El mundo necesita de su propia humanidad , de esa bondad natural que el hombre lleva consigo por ser hijo de Dios.
Mientras el hombre mire para otro lado , seguiremos inmersos en este mundo , en esta cultura de la muerte , en este oceano de tormentas y oscuridad.

Cristo ha vuelto a morir en cada uno de estos inocentes.Si , ha vuelto ha ser ofendido , maltratado , flagelado , coronado de espinas y crucificado.

Oremos pues a Dios , para que acoga el alma de estos pobres niños, para que perdone a sus madres y a los medicos que les han matado, y para que nos perdone a todos nosotros por seguir si hacer nada en contra de este crimen que es el aborto.

LVM

martes, 1 de enero de 2008

¡Año nuevo: vida en Cristo!


Desde Christus Dominus queremos felicitar el año nuevo a todos nuestros cibernautas y lectores.

El verdadero año nuevo se inicia con el nacimiento de Jesucristo , por eso , nuestro deseo es que Cristo nazca en vosotros otorgándoos una nueva vida , un vida llena del amor de Dios , una vida con miras de eternidad.

El nacimiento de Cristo es el hecho que anuncia otro acontecimiento: La Pascua.

Es por eso que nuestro deseo , para nuestros lectores y para la Iglesia Universal es que en este año podamos vivir tan unidos a Jesús que podemos sentir en nosotros mismos los misterios de su nacimiento , pasión , muerte y gloriosa resurrección.

Que María , Reina de la Paz , Madre del Redentor , nos condeda la gracia de dar ese SI rotundo y generoso a Dios.

¡FELIZ 2008!